(Aeronoticias): Corea del Norte no se parece a ninguna otra nación moderna. Su idiosincrasia se basa en una combinación radical de nacionalismo extremo, culto a la personalidad, rigidez ideológica y aislamiento casi total del resto del mundo. Es una sociedad donde la percepción oficial reemplaza a la realidad cotidiana, y donde la identidad individual se disuelve en la misión del Estado.
1. Cultura y Sociedad: Colectivismo Total y Obediencia como Virtud
La sociedad norcoreana está diseñada para el control y la lealtad vertical. Desde la infancia, los ciudadanos son educados para venerar a los líderes supremos —primero Kim Il-sung, luego Kim Jong-il y ahora Kim Jong-un— como figuras casi divinas.
La colectividad prima sobre lo personal. La vivienda, el empleo, la comida, la educación y hasta los matrimonios pueden estar regulados por el partido. El concepto de «Juche» (autosuficiencia ideológica) guía toda la estructura social, aunque en la práctica haya escasez, dependencia china y mercado negro.
La privacidad prácticamente no existe, y la vigilancia mutua es parte del tejido comunitario. El miedo y la lealtad conviven.
2. Política: Totalitarismo Dinástico y Simulación de Legalidad
Corea del Norte es, formalmente, una república socialista; en la práctica, es una monarquía hereditaria totalitaria. El líder tiene poder absoluto, y el partido único (Partido del Trabajo de Corea) controla todos los aspectos de la vida pública y privada.
La propaganda es omnipresente: la historia oficial ha sido reescrita, las noticias están totalmente censuradas y los medios funcionan como canales de adoctrinamiento.
El sistema político existe para legitimar al líder, no para representarlo. Aun así, hay estructuras administrativas, parlamento, elecciones… con candidatos únicos y resultados predecibles.
3. Economía: Autarquía, Mercado Negro y Contradicciones Ocultas
La economía oficial es socialista, centralizada y planificada. Sin embargo, la economía real se sostiene por:
- Pequeños mercados tolerados extraoficialmente (jangmadang)
- Contrabando y comercio informal con China
- Trabajo forzado en el extranjero (obreros enviados a Rusia, Medio Oriente, etc.)
- Minería, armas, drogas sintéticas y cibercrimen como fuentes encubiertas de ingreso
Hay industrias estatales, pero muchas están obsoletas o dependen del trueque. El ciudadano común sobrevive gracias a redes de intercambio informal, agricultura de subsistencia y pequeñas actividades clandestinas.
4. Gastronomía: Simbólica, Limitada y de Doble Realidad
La cocina norcoreana, en su forma ideal, es parecida a la surcoreana tradicional: arroz, kimchi, sopas, fideos fríos (naengmyeon), carne asada (bulgogi), etc.
Pero en la práctica, el menú depende de tu clase social (el sistema de «songbun») y de la región. En zonas rurales, las dietas suelen ser básicas: arroz con maíz, sopa aguada, raíces y verduras fermentadas.
En Pyongyang, existe una burbuja privilegiada con restaurantes estatales que muestran el «rostro amable» del país para turistas y élites, donde sí se sirven platos más elaborados y propagandísticos.
5. Publicidad y Medios: Propaganda Absoluta y Arte como Dogma
No hay publicidad comercial en Corea del Norte. Toda comunicación visual es política. Murales, estatuas, canciones, posters y hasta dibujos animados están al servicio del Estado.
Los medios de comunicación (radio, TV, periódicos) difunden únicamente contenidos aprobados por el Partido. La narrativa gira en torno a:
- Los logros del líder
- La amenaza extranjera constante (principalmente EE. UU., Corea del Sur y Japón)
- La autosuficiencia del país
- El odio al capitalismo
La música, la literatura y el cine deben transmitir mensajes patrióticos, revolucionarios o históricos según la versión oficial.
6. Conclusión
Corea del Norte es una nación cuya idiosincrasia no se basa en la espontaneidad cultural, sino en una construcción deliberada del pensamiento y el comportamiento colectivo.
Más que un país, es una realidad paralela: un sistema cerrado donde cada gesto, cada palabra y cada sueño deben alinearse con una narrativa única. Aun así, dentro de esa estructura, la gente sobrevive, se adapta, crea redes ocultas y, en silencio, sueña con otra vida.
Fuente: Sebastian Palacin Newell.