#AOE: para decir ‘Ni Una Menos’, por Jefrey Buenaventura

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(Aeronoticias).- Son muchas las organizaciones feministas que recientemente han impulsado una agresiva campaña en respaldo a la distribución gratuita de la Anticoncepción Oral de Emergencia (AOE), más conocida como “píldora del día siguiente” en los servicios públicos de salud.

Promsex encabeza la lista del bando feminista que mayor presión viene ejecutando en las redes sociales para que finalmente el Tribunal Constitucional (TC) revierta la sentencia que falló en contra de esta medida en el 2009.

La astucia feminista no tiene límites, por ello se pretende instrumentalizar la consigna de lo que fue la reciente y exitosa marcha “Ni Una Menos” con el fin de obtener el interés mediático e institucional que necesitan, según ellos, en pro del acceso libre y gratuito de la AOE para las mujeres víctimas de violación y también, para aquellas adolescentes que tras haber tenido relaciones sexuales sin protección corren el riesgo de salir embarazadas en un estado carente de recursos o extrema pobreza.

No es la primera vez que el tema de la famosa píldora entra en discusión puesto que hace más de seis años fue el TC, la entidad que ordenó al Ministerio de Salud que se abstenga de distribuir la AOE en los servicios de salud públicos (hospitales, postas médicas y demás centros de salud del Estado), todo ello a raíz de la demanda impuesta por la organización llamada “Ala Sin Componenda” exigiendo una revisión acerca de las dudas sobre la acción de la píldora abarcando su tercer efecto, el cual podría ser de carácter abortivo.

La Organización Mundial de la salud señala que en cuanto a los mecanismos de acción de la AOE, estas previenen el embarazo pues actúan “impidiendo o retrasando la ovulación”, además impiden “la fertilización de un óvulo por su efecto sobre el moco cervical o la capacidad del espermatozoide de unirse al óvulo”.

Así como también reafirma que las píldoras orales de emergencia de Levonorgestrel “no son eficaces una vez que ha comenzado el proceso de implantación y no pueden provocar un aborto”, según la información actualizada que brinda hasta el momento.

La realidad es que existe una gran incertidumbre en el plano científico ante la falta de un consenso específico que abarque este tema de forma satisfactoria, pues mientras la OMS “condena” a los países que prohíben o restringen la distribución de esta pastilla en los establecimientos públicos de salud, los laboratorios que elaboran la AOE detallan en los mecanismos de acción la posibilidad de impedir la implantación de un óvulo fecundado como un tercer efecto de la píldora.

La ciencia aun no puede calcular el tiempo exacto de la fecundación pues cada mujer tiene un desarrollo hormonal diferente. En algunas mujeres los dos primeros efectos de la píldora imposibilitarán la fecundación pero en otras, cabe la probabilidad de que el óvulo fecundado, por causa del tercer efecto, no pueda implantarse para lograr su desarrollo natural.

La Iglesia y los sectores conservadores de la sociedad peruana han puesto de manifiesto su rechazo al uso de la píldora no solo por las dudas que existen sobre su tercer efecto sino que además por el propio mecanismo de anticoncepción que recae sobre los dos efectos anteriores propios de esta píldora. Y como sabrán mis estimados lectores, la Iglesia se opone a todo tipo de métodos anticonceptivos que no sean naturales.

Pese a ello, hay que considerar que anualmente se consume más de un millón de tabletas de AOE en el Perú, según un artículo publicado por la Population Research Institute (Boletín 46), lo cual es una clara muestra de que la realidad va más allá de uno o más credos. Por ello, urge la necesidad de establecer políticas públicas serias como medidas de prevención y acción frente a los casos de embarazo adolescente y violencia sexual.

Resulta necesario profundizar los estudios médicos hasta tener la clara certeza de que la “píldora del día siguiente” no es abortiva y que el tercer efecto, en lugar de impedir la implantación de un posible óvulo fecundado, se reduzca a un mecanismo de anticoncepción sin fines abortivos, tal como lo hacen los dos primeros efectos.

Queda en manos del Gobierno y de las instituciones públicas tomar en cuenta la necesidad de prevenir embarazos adolescentes a través de una educación integral de calidad y, en los casos de violencia sexual, aplicar medidas estrictas de salud básica que garantice una contracepción de manera pronta, responsable; y sobre todo, libre de ideologías abortistas.

Pues, para decir “ni una menos” hay que empezar por decir la verdad, dejar de lado los intereses de algunas empresas farmacéuticas que miran en la AOE un jugoso negocio y finalmente, ser conscientes de la realidad en que vivimos.

 

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Correo: jefreycuya@gmail.com

 

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