(Aeronoticias): Todo el mundo se pregunta qué pasará con el sector de transporte aéreo y con la industria aeroespacial (ambas inseparables) a partir de los aranceles que ha impuesto Donald Trump y las secuelas que traerá la guerra comercial que ya se anuncia y que para muchos implicará una recesión. Recordemos que en el anterior período de Trump, en 2020 y justo en marzo, fue el presidente de EU el que declaró el cierre de los cielos de su país a aeronaves externas y luego eso derivó en la caída del transporte aéreo en uno de los peores momentos de la historia de la aviación.
Sería muy difícil hacer un pronóstico certero (como diría Bush, “sobre todo por adelantado”) pero de que ambas industrias van a sufrir no cabe la menor duda. El transporte aéreo, porque es casi un mantra que en la medida en que cae el PIB, la aviación cae al doble y cuando crece, la aviación lo hace al doble también.
Estamos en un momento difícil. Casi todos los analistas y casas calificadoras están advirtiendo recesión y si no, al menos una caída importante del PIB. Ya se ha dicho también que el número de reservaciones de avión hacia Estados Unidos está en niveles inusualmente bajos, sobre todo de países como Canadá y los europeos, lo cual no augura un buen año para el turismo en ese país, pero tampoco en sus contrapartes porque los estadounidenses son de los turistas más asiduos a esos países.
En el caso de los aranceles en la industria, es claro que habrá muchas secuelas. Independientemente de los materiales con los que se fabriquen las piezas y los productos que van a Estados Unidos. Si son de aluminio o acero tendrán problemas severos, pero si no, también habrá consecuencias aunque no esté muy clara la tasa que se aplicará.
Cada año se comenta que si bien las exportaciones de partes y productos terminados de la industria aeroespacial crecen continuamente, también se sabe que hasta el día de hoy importamos una buena parte de insumos (alrededor del 60-65% del valor total) y aquí en México se le agrega el resto antes de salir hacia el país de destino (Estados Unidos en una gran proporción y Europa u otros países el resto).
Ello implica que nuestro contenido regional no es muy grande y aunque no está tan estudiado y topado como en la industria automotriz, es un hecho que el asunto puede encarecer la exportación.
No obstante, hay un par de cosas que debemos poner de relieve: México ha trabajado muchísimo en la formación de proveedores internos, de diversas industrias como el plástico, la madera, textiles, metal-mecánica, metalurgia, para que se “reconviertan” e ingresen al mundo de la industria aeroespacial. El proceso es muy largo y la recompensa tal vez no sea tan jugosa como se pudiera pensar, porque el número de piezas que se fabrican en esta industria es escasa pero más rentable que las que se elaboran para el sector automotriz.
Otro problema son las certificaciones, muy difíciles de obtener. Quien ya logró eso puede decir que está del otro lado. Pero no hay que confiarse. Aún así, esta especialización podría ser el factor que nos salve. Ya veremos.
Fuente: A21.com.mx