(Aeronoticias).- Un entorno ruidoso reduce la calidad de vida. Ese fue uno de los argumentos principales de las iniciativas ciudadanas alemanas que denunciaron a Fraport, la sociedad gestora del aeropuerto internacional de Fráncfort, por darle luz verde a los vuelos nocturnos. Y el Tribunal Federal Administrativo les dio la razón este 4 de abril al prohibir el tráfico aéreo en esa ciudad entre las 11 de la noche y las 5 de la mañana.
Quienes viven en las cercanías de ese aeropuerto –el más grande de Europa– respiran parcialmente aliviados. El veredicto les da algunas horas de descanso durante la noche. Pero la decisión es un serio revés para las compañías que operan vuelos de carga a esas horas, como la alemana Lufthansa. ¿Cómo llegar a una solución que satisfaga a ambas partes, que le ahorre toda molestia a los vecinos del aeropuerto y permita a los aviones aterrizar y despegar durante las veinticuatro horas del día?
Observando la naturaleza, quizás, como lo hacen quienes se inspiran en ella para optimizar mecanismos y sistemas en los ámbitos de la tecnología, la ingeniería y la arquitectura. En otras palabras, apelando a la biónica. Planteándose problemas como el de los ruidosos aviones del aeropuerto de Fráncfort, la Escuela Superior Técnica de Aquisgrán y la Universidad de Darmstadt han venido estudiando al búho, un ave de rapiña cuyos atributos van más allá de ser un símbolo de sabiduría.
Especialización en el reino animal
El típico canto nocturno del búho puede escucharse a gran distancia, pero, cuando está a la caza de un roedor, este pájaro surca el aire sin hacer sonido alguno. Al contrario del movimiento de las alas de una paloma, cuya alimentación no depende de su discreción, el de las de un búho no puede escucharse. Ser silencioso es una cuestión de vida o muerte para el búho, asegura el bióloogo Thomas Bachmann; él se ha dedicado a estudiar la aerodinámica de esta ave en el alma máter de Darmstadt y conoce muy bien sus virtudes.
“Los búhos cazan de noche, cuando la información visual a su disposición es escasa. Es por eso que han aprendido a detectar a sus presas con el sentido del oído. Y eso sólo funciona si ellos vuelan silenciosamente”, explica Bachmann. Pero, ¿cómo lograron los búhos alcanzar ese grado de “especialización”? ¿Pueden los diseñadores de aviones imitar las técnicas de este animal? Bachmann se ha percatado de que la lechuza común pesa casi tanto como una paloma, pero tiene alas mucho más grandes y arqueadas.
Plumas de diseño
“Eso les permite tomar gran impulso, aún cuando baten las alas a poca velocidad. Otros animales tendrían que aletear muy fuertemente para conseguir el mismo efecto. De esta manera, los búhos reducen el roce entre las plumas y, en consecuencia, atenúan el ruido que producen sus alas”, señala el experto, acotando que no es sólo el tamaño de las alas ni la técnica de vuelo de las lechuzas lo que las hace tan silenciosas, sino también el diseño de cada una de sus plumas. “Ellas generan menos turbulencia durante el vuelo”, apunta el especialista.
Aunque las alas de otras aves ya han influido sobre la construcción de aeroplanos, las propiedades de las alas del búho no se dejan imitar tan fácilmente a la hora de concebir una aeronave; y es que las lechuzas se desplazan a una velocidad de entre 10 y 15 kilómetros por hora cuando están cazando. Sin embargo, los principios físicos que facilitan el vuelo silencioso del búho son referencias importantes para el desarrollo de aspas más livianas, ruedas eólicas o turbinas.
“Eso les permite tomar gran impulso, aún cuando baten las alas a poca velocidad. Otros animales tendrían que aletear muy fuertemente para conseguir el mismo efecto. De esta manera, los búhos reducen el roce entre las plumas y, en consecuencia, atenúan el ruido que producen sus alas”, señala el experto, acotando que no es sólo el tamaño de las alas ni la técnica de vuelo de las lechuzas lo que las hace tan silenciosas, sino también el diseño de cada una de sus plumas. “Ellas generan menos turbulencia durante el vuelo”, apunta el especialista.
Aunque las alas de otras aves ya han influido sobre la construcción de aeroplanos, las propiedades de las alas del búho no se dejan imitar tan fácilmente a la hora de concebir una aeronave; y es que las lechuzas se desplazan a una velocidad de entre 10 y 15 kilómetros por hora cuando están cazando. Sin embargo, los principios físicos que facilitan el vuelo silencioso del búho son referencias importantes para el desarrollo de aspas más livianas, ruedas eólicas o turbinas.
Deutsche Welle.