(Aeronoticias).- Consideramos que existe un trastorno en la alimentación cuando una persona coloca a la comida como centro de su vida y el eje de todas sus actividades. La anorexia (hambre de nada) y la bulimia (hambre voraz) son trastornos de la alimentación que han cobrado un marcado crecimiento en los últimos años. En la actualidad, constituyen las más graves epidemias que azotan a la población adolescente del planeta.
Aquí algunos datos: millones son diagnosticados de bulimia y anorexia cada año; cada vez hay víctimas más jóvenes, desde los 7 años de edad, 81% de los niños de 10 años de edad tienen terror a ser gordos; 78% de jóvenes de 18 años están descontentos con su cuerpo; 2-3% de la población adolescente sufre de bulimia; la anorexia nerviosa tiene una tasa de mortalidad alarmante.
Investigaciones recientes demuestran que 4 de cada 100 universitarios tienen bulimia, el 50% de víctimas de anorexia también desarrollan patrones bulímicos. Debido a que la conducta bulímica es secreta e íntima no se sabe qué cantidad de jóvenes y adultos sufren de esta enfermedad caracterizada por excesos en el comer seguidos de vómito y diarreas inducidas.
Es evidente que existe un estrecho vinculo entre los patrones socioculturales y familiares de trasmitir un “modelo ideal físico” asociado con la delgadez y la belleza además de una vorágine de mitos sobre el peso y la comida que influyen torrencialmente con campañas publicitarias y paradigmas del éxito personal asociado con una imagen “light” que son referentes y constituyen patrones para la distorsión sicológica en los adolescentes en plena formación física, emocional y espiritual.
En cuanto a las causas, se estima que ocurren por deficiencias nutricionales, especialmente de zinc y por desequilibrios de aminoácidos. El Dr. Alexander Schauss, Ph.D., especialista en trastornos de la alimentación, indica que una deficiencia de zinc puede contribuir a que estos trastornos sigan estando presentes por lo que es importante acompañar el tratamiento con 100 mg de zinc al día, también los niveles de las vitaminas B12 , D y E en la sangre pueden estar muy bajos, por lo que hay que considerar suplementos adicionales de estas vitaminas (consultar www.biendesalud.org).
Lo más urgente es observar el comportamiento de los niños y jóvenes ante cualquier conducta que nos indique algún desorden alimenticio, alguna obsesión por el peso y la apariencia física, que podría ser la antesala de la anorexia y la bulimia. Estar atento si existe una percepción discordante entre el cuerpo biológico y la representación mental del cuerpo que en estas personas enfermas impera: se ven gordas y se horrorizan de la gordura.
Hay que proveerles con una adecuada consejería y orientación, brindarles la atención y el amor que necesitan, restablecer los lazos de la persona enferma con la vida, mostrarle que hay otros intereses, más allá de la figura y la comida, y que estos últimos son sólo una mínima parte de un gran y maravilloso todo que es el ser humano, al que hay que valorar, amar y defender.
Debemos insistir en la prevención, reaprender como sociedad a respetarnos y aceptarnos como somos, buscando el equilibrio entre nuestro sentir, pensar y ser, sólo así podremos ganarle la batalla a estas enfermedades.