(Aeronoticias).- Cerca de uno de cada dos rusos aprueba la revelación de datos confidenciales que realizó el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, Edward Snowden. Revelaciones que apuntan de manera directa al orgullo -mellado, por cierto, en los círculos críticos con la superpotencia mundial- que presumía Estados Unidos de país democrático.
Cerca de 1 de cada 5 rusos señaló que Snowden no debió hacerlo.
Pero fuere como fuere, luego de que se hiciera tangible la decisión de acoger al ex analista norteamericano -tomada ni bien pisó suelo moscovita, pero alargada por protocolos de burocracia- , el gobierno ruso ha hecho de Snowden un título ganado. Hasta una baza en su alicaído puesto como nación democrática -que cumple con las formas, pero en el fondo no lo es del todo-: Un disidente que ha originado la violación a las leyes de inmunidad diplomática, ejecutado por países terceros que actuaron como pajes de Estados Unidos, termina siendo recogido por un país capaz de echarles en cara todo lo irregular en el proceso por hacerse con Snowden y lo que pretendieron callar de él.
«El fracaso de EE UU para encontrar un equilibrio entre las necesidades de seguridad y las exigencias constitucionales de defensa de los derechos de los ciudadanos», como precisa Lilia Shevtzova, del centro Carnegie de Moscú, nunca ha quedado tan plasmado ante un caso en el que todo lo que uno hace por internet termina siendo conocido por el Gobierno, sin importar de qué país eres o si hay una orden que pese sobre ti: La computadora que usaste dejó de ser tuya y va para propiedad del tirano de la Casa Blanca.
Con información de El País.