Chile: Cuando a Daniel Zamudio le contaron que ensuciaba su patria

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(Aeronoticias).- Cuando la extinta cantante chilena Violeta Parra declamó alguna vez la frase «enterraron la razón» en referencia a pobladores mineros en situación misérrima, no necesitaba solamente hablar de los trabajadores del desierto, sin mucho dinero y sin conocimiento de nada más que su vida. Hablaba de anomia, la misma presentada por sus compatriotas cuando atacaron al ciudadano Daniel Zamudio por ser homosexual.

A los días del ataque, el humano murió.

Para el imaginario de Alejandro Angulo, Patricio Ahumada, Raúl López y Fabian Mora, personas como Zamudio «ensucian» su patria. ¿Foráneo? No. ¿Y si lo fuera tenía algo que ver? Menos, pero delata que para el maravilloso mundo de Angulo y compañía, ser gay en Chile -y siendo chileno- es ser un afuerino -un término muy propio de ellos-. No un local, no un hermano.

Y menos que un humano.

Observar el cuerpo del desecho Daniel Zamudio daría cuenta de los cortes con marcas de esvásticas -no dice mucho, pero sí de su ideología, su manera de actuar, y de todo-, los huesos rotos, la piel con colillas de cigarro, las patá‘ recibidas en la cabeza, los órganos que ni siquiera podrán ser donados. Quizá lo que menos perdone es la foto tras la masacre, o los insultos en su estado de inconsciencia.

¿Se puede abogar por los fratricidas? Es complicado. Digamos que son hijos de una sociedad con fanáticos religiosos -como en muchas naciones, que también les zurran a los diferentes, por desgracia-. De una sociedad donde el extraño es mancha en el mosaico de perfección, que supuestamente anhela cualquier nación, pero que la competencia entre vecinos que también intentan lo mismo, exacerba esto. Quizá sea la homofobia desmedida cultivada desde infancia.

Hasta entonces, sigue saliendo el sol.

Con información de El Comercio.

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