(Aeronoticias).- Sin ser más bulliciosa que otras ciudades norteamericanas igual de modernas, Seattle conjuga los grandes espacios verdes y los colosos de concreto y acero. Es en dicha ciudad la cuna de un hombre sin importancia -Bill Gates-, pero también del gran fabricante local de aeronaves: Boeing.
Tras décadas de ser un lugar alimentado por la industria maderera y ballenera, la Primera Guerra Mundial dio la oportunidad para que se enclave allí la industria aeronáutica norteamericana. Al paso de Boeing, vino la industrialización en la ciudad -aunque es la localidad de Everett donde «anidan» estas aves de acero-.
Mario Laguzza, en una visita a las instalaciones de Boeing, evocó el ensamblaje del 747 bajo la participación de 100 ingenieros que laboraban con una precisión cronométrica.
Para concluir, un edificio que hace honor a la industria que desarrolló Seattle es el Museo del Vuelo. La historia desde los hermanos Wright hasta la cápsula espacial Mercury se alberga en dicho lugar. Y es que la calidad de vida de los habitantes de Seattle «despegó» gracias a la industria aeronáutica del fabricante local.
Con información de El Litoral.