Al timepo que insistió en que tenía la total confianza de que los funcionarios británicos supieron resolver esos problemas. Sus comentarios se producen en un momento en que el MI5 ha sido acusado ante los tribunales civiles de Gran Bretaña de complicidad en el maltrato de sospechosos de terrorismo en otros países.
Evans dijo no poder comentar directamente esas acusaciones, pero señaló que «hay un principio muy claro y establecido hace tiempo» según el cual el MI5 no puede ser cómplice de torturas ni solicitar a terceros que torturen en su nombre para extraer confesiones. Sin embargo, pareció justificar lo ocurrido al señalar que había que ver la lucha antiterrorista en el contexto del impacto de los atentados del 11 de septiembre del 2001 contra Estados Unidos cuando este país y otros occidentales se vieron expuestos a una amenaza terrorista «indiscriminada, global y masiva».
«Ocho años después, entendemos mejor la naturaleza y la magnitud de Al Qaeda, pero es algo que no ocurría inmediatamente después del 11 de septiembre», señaló. «Vimos morir en EEUU a casi 3.000 personas, 67 de ellas británicas. Sabíamos que el 11 de septiembre no colmaba las ambiciones de Al Qaeda y que existía una posibilidad real de que se estuviesen planeando nuevos ataques, tal vez de modo inminente», agregó el jefe del MI5.
Según Evans, los recursos que tenían entonces disponibles los servicios de inteligencia no se adecuaban a la nueva situación y la raíz del problema terrorista estaba en zonas del mundo donde los estándares y prácticas del aparato de seguridad local «estaban muy alejados de los nuestros». «En mi opinión, concluyó el jefe del espionaje, no habríamos cumplido con nuestro deber de no haber colaborado discretamente con los enlaces de otros países que estaban en condiciones de proporcionarnos informaciones que podían proteger a este país de eventuales ataques», afirmó.