En nombre de los indeseados, por Jefrey Buenaventura

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(Aeronoticias).- El Frente Amplio presentó en el Parlamento peruano una iniciativa legislativa que propone despenalizar el aborto en casos de violación sexual, inseminación no consentida o malformación congénita a través del proyecto de ley 387-2016, el cual cuenta con el respaldo de algunos congresistas de diferentes bancadas así como también están aquellos que no lo consideran viable.

La sola intención de presentar dicha iniciativa generó expectativas en las redes sociales y hoy, nos preparamos para presenciar el escenario de una serie de debates en torno a la actual prohibición del aborto en el marco médico y jurídico que amerita el desarrollo de este tema en cuestión.

Sin embargo, como en la mayoría de países en donde la legislación del aborto es relativa en cada país donde es legal y en algunos casos, tiene además una serie de restricciones, poco o nada se habla del nuevo ser que está en desarrollo.

Ese nuevo ser que aparece de forma silenciosa y casi desapercibida por los medios y la opinión pública es irónicamente el centro del debate pues la discusión gira en torno a eliminar una vida humana por el hecho que, al ser fruto de una violación sexual es considerado, dicho sea de paso, un hijo no deseado al que la sociedad estigmatiza y señala.

Pero no solo en los casos de violación podemos hablar de los seres “indeseados”, también están aquellos que por una deficiencia genética pagan las consecuencias del destino. Son muchos los que hablan de seres «indeseados» y se refieren a los niños con síndrome de down, a los que son diagnósticados desde el embarazo con malformaciones, a los abandonados que duermen sobre cartones debajo de los puentes, a los niños que todos los días esperan en los albergues ansiosos el día de ser adoptados y disfrutar por fin el calor de una familia, a los que son discriminados por vivir con una enfermedad que no se contagia al dar un beso, un abrazo o por comer del mismo plato y a los que fueron abortados pero sobrevivieron para contarlo.

Son muchas las mujeres que se dan la oportunidad de resistirse a la idea de abortar y en su mayoría son aquellas que recibieron atención, acogida y acompañamiento en los momentos que más lo necesitaban. Es decir, se puede prevenir el aborto a los “indeseados” si brindamos un espacio de calidad y oportunidad de vida a las mujeres que se enfrentan ante un embarazo no deseado y se sienten solas.

No obstante, es imprescindible el papel del Estado en estos temas, desde políticas públicas que prevengan las violaciones sexuales y las reduzcan en su totalidad (lo cual no es un reto imposible), hasta el cuidado y apoyo a las mujeres que junto a sus hijos son víctimas de sus agresores.

No se trata de imponer medidas extremas como cárcel efectiva a las mujeres que abortan en casos de violación porque las causas de sus actos son bastante sensibles y merecen de comprensión. Sin embargo, tampoco se debería despenalizar algo que no está bien y sobre todo porque impacta contra el primer derecho base del cual todos gozamos, la vida. La protección del bien común siempre será el pilar de una sociedad civilizada propia de una nación.

Establecer medidas benévolas por parte de los jueces para estos casos (violación) y la prevención a través de campañas educativas tendrá lugar a la obtención de resultados favorables para la sociedad.

La persuasión mas no la imposición será el reflejo de las acciones para plantear medidas que logren salvar ambas vidas y cambiar así poco a poco la visión de una sociedad egoísta e indiferente que en lugar de construir destruye atacando a los más vulnerables y etiquetando como seres de segunda categoría a los que no tuvieron la oportunidad de nacer en una familia nuclear, a los que lamentablemente considera como los indeseados.

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