El Presidente de la Sociedad Nacional de Seguridad, Luis Fischer Llanos, señaló a Aeronoticias, que los usuarios de las empresas de seguridad en nuestro país son los primeros que deben tomar consciencia sobre la informalidad en algunas compañías que pretender fungir como tales, sin tener el profesionalismo y preparación requeridos.
En conversación con nuestro Jefe de Informaciones, Roberto Martínez, en las oficinas de PROSEGUR en Santiago de Surco, donde se desempeña como Country Manager, Fischer comentó sobre diferentes temas relativos al sector.
AN:
¿Cuál es su balance sobre el estado de la seguridad en el país?
LF:
Si bien reconozco que existe gran progreso y profesionalismo en un grupo significativo de empresas, entre ellas, G4S, Horus, Hermes, Forza, Prosegur, que no son las únicas, pero si las más significativas, también tengo que convenir que existe un vacío en el aspecto de la premura e informalidad en la constitución de algunas empresas, donde la preparación, logística y valoración del elemento humano no son precisamente preocupación fundamental de quienes tienen a cargo su dirección. Pero en todo caso hay que ser honestos en señalar, que somos todos quienes hacemos uso de estos servicios, quienes primero tenemos que exigir estándares de calidad en el servicio que se busca. Empresas que brinden a sus empleados estabilidad, línea de carrera, que cumplan con todas sus obligaciones y que de esto derive la excelencia en el servicio. Porque una persona, un trabajador maltratado en su empresa, no puede rendir.
Nuestro Jefe de Informaciones Roberto Martinez con el Sr. Luis Fische presidente de laSNS
AN:
¿Ud. coordinaron por algún tiempo, programas con la Policía Nacional?
LF:
No sólo con la Policía, sino con las municipalidades también. Hay que tener en cuenta que son 50 mil personas las que trabajan formalmente en el sector y esto resulta importantísimo en el contexto, que estos verdaderos Tucuy Ricuy, los “ojos y oídos” del incario, permanentemente en la calle colaboren coordinadamente con las fuerzas del orden y el serenazgo. Nosotros hemos contribuído con la Policía en el tema prácticas de tiro en polígonos, comunicaciones, desarrollando planes en determinados distritos para fomentar la tranquilidad y disminuir la delincuencia, y lo seguiremos haciendo.
AN:
¿Cómo evaluaría a Lima, en comparación con otras realidades y países?
LF:
Hay que convenir que Lima es una ciudad difícil y disímil. Han existido indubitables progresos en distintos distritos de la capital, donde esa mejoría se puede notar palmariamente, sólo con el hecho de transitar en sus calles. Existen sin embargo problemas que hay que enfocar con decisión, el tema de las pandillas en Lima por ejemplo, nadie quiere que nos convirtamos o que tengamos pandillas como las mexicanas o las centroamericanas, pero evidentemente en el Callao existe un foco que debe apagarse, que empieza a preocupar realmente. De la misma forma en el resto del país preocupa el tema del terrorismo y por eso hay que tener un eficiente servicio de inteligencia.
En todo el mundo la situación desde el 11 de Setiembre ha cambiado totalmente la percepción en torno a los sistemas y servicios de seguridad.
Hoy leía en algunos medios que en EE.UU., las autoridades pueden intervenir directamente, requisando computadoras portátiles y hasta teléfonos celulares, para descargar información, en virtud a la famosa “Patriot Act”, nadie quiere que sea esta la moneda corriente, pero definitivamente en este tema existe un claro antes y después del 11/9.
Lo más importante es tener en cuenta que el factor humano, la valoración del mismo como elemento moldeable, es lo que hará, la diferencia. En la medida que el trabajador, se sienta protegido, con oportunidades de formación y desarrollo, con ayudas para mejora en las viviendas que habitan y un horizonte más claro para sus hijos, pues definitivamente las empresas se consolidarán, y la excelencia en el servicio será la moneda corriente. Es bueno tener recursos naturales, pero cultivar al individuo es lo que rinde mejores frutos, sino sigan el ejemplo de Suiza, donde no producen nada de cacao, pero hacen el mejor chocolate del mundo.
