(Aeronoticias).- En el 2002 terminó una cruenta guerra civil en Angola. Millones habían migrado a la capital, Luanda, huyendo de la violencia. Se dispararon los precios, algo que sigue haciéndoles la vida a cuadritos a los ciudadanos, pero más a los extranjeros.
Como reporta la agencia EFE, gente de otros países que llegó a Luanda para trabajar la pasan en su mayoría mal, pues en dicho país se tiene la generalizada costumbre de cobrar más a la gente que no tiene piel negra.
José Aguilar es español, trabaja en una empresa petrolera estadounidense en Luanda, gana 3000 dólares al mes, pero aún así apenas puede costear sus propios gastos. Y además debe enviar dinero a su madre, que vive en España, desempleada.
«Los extranjeros pagan todo más caro que los angoleños», se queja el joven español, en una letanía clásica en muchas ciudades africanas, donde la economía de los expatriados y la de la población local están totalmente desconectadas.
Un africano comprará en un mercado local, así como un extranjero optará por un supermercado de un centro comercial, y el vendedor de un mercado fijará un precio más bajo a sus productos de acercarse un cliente negro que de hacerlo uno blanco.
Con información de La República.
