(Aeronoticias).- El sábado 22 ha fallecido en Madrid, el maestro Antonio Chenel “Antoñete”.La fiesta está de duelo por la pérdida de un gran torero, el madrileño que fuera uno de los artistas referentes en la segunda mitad del siglo 20. Torero clásico y sapiente, que luego de su retirada cuando tenía ya avanzada edad, continuó vinculado al mundo del toro como comentarista en el Canal Plus, que dirige el reconocido periodista taurino Manolo Molés. A través de los medios televisivos, el maestro Chenel siguió dictando cátedra ya no como artista en el ruedo, sino con sus comentarios que denotaban enorme conocimiento del toro, del toreo y de todo lo concerniente a la fiesta brava.
El maestro Antoñete actuó en Lima en 5 oportunidades. Debutó en la Feria del Señor de los Milagros del año 1955, actuando en dos tardes, alternando con César Girón, Paco Méndez y Joselito Huerta. En esas actuaciones dio muestras de su clase. Volvió a Lima en el verano de 1956, actuando en la temporada que organizó el empresario español Ramón Badenes. Antoñete toreó en 4 de las 5 corridas de que constaba la temporada, 3 que tenía contratadas y una en sustitución de Paco Corpas que no llegó a venir a Lima. En esa temporada alternó con el maestro Manolo Vásquez, Chicuelo II, Calerito y Alfonso Merino.
Regresa a Lima en tres Ferias más del Señor de los Milagros, en 1966 toreando tres corridas no llegando a alcanzar triunfos en un año en que había brillado en la temporada española. Vuelve en la Feria de 1982 en que torea dos tarde, regalándonos una exquisita faena a su segundo toro de la segunda tarde, un bravo ejemplar español de Louro de Castro con el cual se luce el maestro pero que lamentablemente no culmina con la espada.
Su última comparecencia en nuestra Plaza de Acho tuvo lugar en la Feria de 1984, en que torea dos tardes, la primera alternando con Curro Vásquez y José María Manzanares, en la cual, vestido de lila y oro, realiza una gran faena al primer toro de la tarde cortando las dos orejas. Ello motiva que actúe en la última del abono mano a mano con Antonio José Galán con toros de El Rocío, donde definen el escapulario que finalmente es concedido a Galán, aunque muchas opiniones estaban a favor del maestro Antoñete.