(Aeronoticias).- Hay casi un centenar de compañías aéreas que no han sufrido nunca un accidente. Nunca antes volar fue tan seguro, pero puede serlo más. Para ello, Discovery estrelló un avión de 170 pasajeros, uno de los experimentos más monumentales de las últimas décadas y que ahora emite en su canal de documentales.
¿Cuáles son los asientos más seguros en un avión?, ¿es efectivo el cinturón de seguridad?, ¿quién tiene más posibilidades de sobrevivir, la clase business»o la turista? Preguntas que todo pasajero se ha hecho en algún momento, y que Discovery se propuso responder con un experimento que sólo la NASA se atrevió a hacer tres décadas antes.
Accidente aéreo, el capítulo que emitirá la cadena de documentales el próximo 15 de enero dentro del programa Curiosity, recoge el antes, el durante y el después del estrelle de la aeronave, un Boeing 727 «jubilado» en 2008, así como imágenes del momento del impacto desde todos los ángulos, insólitas hasta ahora en televisión.
El impulsor y productor del proyecto, Geoff Deenhan, desgranaba recientemente a Efe los numerosos obstáculos a los que él y todo el equipo de científicos ( pilotos, bioquímicos y miliares) con el que trabajó tuvieron que afrontar. «Usar un avión antiguo – construido en 1978 -, conducirlo por control remoto – como si de un juguete se tratara- o las condiciones atmosféricas del enclave elegido – un desierto de Baja California (México)», fueron sólo algunas de ellas.
El experimento supuso la última fase de cuatro largos años de preparación, durante los cuales hubo que buscar el avión adecuado, la localización y conseguir los correspondientes permisos del gobierno mexicano, que les impuso unos plazos que a punto estuvieron de agotar, según Deenhan.
Big flow, apodo que el equipo de filmación le puso a la aeronave, era el prototipo de gran avión de pasajeros, y además contaba con una característica fundamental: la salida trasera por la que los pilotos debían saltar en paracaídas apenas minutos antes de que el avión se estrellara. A partir de ese momento el avión pasaba a ser controlado por control remoto.
Con el objetivo de observar y analizar todas las situaciones que se producen durante la colisión, Big flow se convirtió en un laboratorio aéreo. Se instaló en su interior un complejo instrumental de análisis, varios muñecos que simulaban pasajeros -de 150.000 dólares cada uno- y por supuesto cámaras de grabación, algunas de ellas capaces de captar 275 imágenes por segundo.
Este experimento ha confirmado y tirado por tierra algunas de las teorías que hasta hoy existían entorno a los viajes de avión. Contra todo pronóstico, en este estrelle controlado los pasajeros de clase turista tuvieron más posibilidades de sobrevivir que los de primera clase. Aunque Deenhan matiza: «Existen muchas posibilidades de colisión, y en esta ocasión la parte frontal fue la más perjudicada» – llegando incluso a desprenderse -; «no creo que después de esto se vendan menos billetes de primera clase», añadía.
Otras de las conclusiones fueron que el aterrizaje es la maniobra más peligrosa y compleja. Que los asientos más seguros son los situados entorno a las salidas de emergencia, y que llevar el cinturón bien ajustado puede ser el factor clave entre la vida y la muerte. Por no hablar del estilismo del pasajero, del que los tacones y la falda quedan prácticamente prohibidos.
Fuente: EFE