(Aeronoticias): Bhután, enclavado en el Himalaya, es una nación que decidió medir el bienestar por la felicidad en vez del dinero. Su idiosincrasia está profundamente anclada en el budismo vajrayāna, la conexión con la naturaleza y un estilo de vida basado en la moderación, el respeto y el equilibrio. Aquí, la modernidad entra a pasos lentos y con sentido.
1. Cultura y Sociedad: Budismo Vivido, Equilibrio Social y Devoción Natural
El budismo tibetano (vajrayāna) no es una creencia: es el sistema operativo del país. Desde los rituales familiares hasta las decisiones gubernamentales, todo está impregnado por valores espirituales como la compasión, el desapego, el karma y el respeto por todos los seres vivos.
Los bhutaneses usan vestimenta tradicional (gho y kira) todos los días, y es común ver a personas girando ruedas de oración o visitando templos antes del trabajo. El respeto por los ancianos, los monjes y los animales es norma social.
La comunidad está por encima del individuo. La competencia, el consumismo o la fama no tienen prestigio cultural: lo que se admira es la serenidad, la humildad y el servicio.
2. Política: Monarquía Iluminada y Democracia Controlada
Bhután es una monarquía constitucional joven, con elecciones desde 2008. El rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuck es una figura muy querida, vista más como un padre protector que como un gobernante autoritario.
El gobierno aplica el modelo de Felicidad Nacional Bruta (FNB), que mide el éxito nacional en función de indicadores como:
- Bienestar psicológico
- Sostenibilidad ambiental
- Preservación cultural
- Buen gobierno
Las leyes y decisiones del Estado se alinean con el FNB, lo que ha permitido al país proteger su identidad cultural, su medioambiente y su sentido colectivo de propósito.
3. Economía: Autosuficiencia, Sostenibilidad y Turismo Selectivo
La economía de Bhután es pequeña, pero diseñada con lógica espiritual:
- Agricultura orgánica y autosuficiente
- Exportación de energía hidroeléctrica (sobre todo a India)
- Turismo limitado y de alto valor (modelo de “turismo consciente”)
- Producción artesanal (textiles, incienso, papel de arroz)
Bhután evita la industrialización masiva o el turismo descontrolado: busca calidad antes que cantidad, y su política de “pocos turistas, gran experiencia” protege tanto al visitante como a la cultura local.
4. Gastronomía: Sencillez Picante y Cocina de Altura
La comida bhutanesa es picante, nutritiva y minimalista. El chile no es un condimento, sino un vegetal, y los platos se basan en arroz rojo, verduras, lácteos de yak y salsas especiadas.
Platos típicos:
- Ema datshi: Chiles cocidos con queso de yak, el plato nacional.
- Phaksha paa: Cerdo guisado con rábanos y chiles.
- Momos: Empanadillas al vapor rellenas de vegetales o carne.
- Jasha maru: Pollo especiado con tomate y ajo.
- Suja: Té con mantequilla salada, esencial en la vida diaria.
Las comidas son compartidas y acompañadas por conversaciones tranquilas o silencio reflexivo. Comer también es meditar.
5. Publicidad y Medios: Mensajes Éticos y Educación Social
La publicidad comercial es mínima y regulada. Los anuncios se centran en mensajes de bienestar, educación, salud o conciencia ecológica. Se prioriza el contenido que fortalece valores nacionales y comunitarios.
No hay vallas publicitarias en las ciudades. La televisión llegó en 1999, e internet en 2000. Aun así, la penetración digital es creciente, especialmente entre jóvenes, aunque con un enfoque de responsabilidad y moderación.
El cine local, los festivales religiosos y las canciones folclóricas son más influyentes que cualquier influencer global.
6. Conclusión
Bhután es una nación donde el tiempo no se acelera, se honra. Donde el bienestar no se compra, se cultiva. Su idiosincrasia es un recordatorio viviente de que el desarrollo no tiene por qué costar el alma de un pueblo.
Entre montañas que parecen templos y aldeas que respiran silencio, Bhután ha elegido un camino único: el del equilibrio entre la sabiduría ancestral y la apertura consciente al mundo moderno.
Fuente: Sebastian Palacin.