(Aeronoticias) En el mundo del marketing digital, la publicidad a través de personas populares en las redes sociales se ha vuelto una práctica común.
Sin embargo, surge la pregunta de ¿quién es mejor para promocionar tu marca: un influencer o una celebridad? Por un lado, los influencers son personas que han ganado fama en las redes sociales por su contenido, ya sea por su humor, belleza, estilo de vida o conocimientos en un área específica.
A menudo, sus seguidores les ven como amigos cercanos y confían en su criterio, lo que los convierte en una opción atractiva para las marcas que buscan llegar a una audiencia específica y relevante para su producto. Por otro lado, las celebridades son famosas por su trayectoria en el mundo del entretenimiento, deporte, política o cualquier otra área que les haya llevado a la fama.
A menudo, se asocia su imagen con lujo, calidad y éxito, lo que hace que muchas marcas quieran colaborar con ellas para mejorar su imagen. Aunque ambas opciones tienen ventajas y desventajas, todo depende del objetivo de la campaña publicitaria. Si el objetivo es aumentar la popularidad de la marca, las celebridades pueden ser una mejor opción debido a su gran alcance y el prestigio que pueden aportar a la marca. Sin embargo, si la marca busca llegar a un público más específico, los influencers pueden ser más efectivos porque tienen seguidores leales y comprometidos que están interesados en lo que tienen que decir.
Además, es importante considerar el presupuesto que se tiene disponibles para la campaña. Por lo general, las celebridades cobran mucho más que los influenciadores, por lo que se debe evaluar si la inversión vale la pena. En conclusión, no hay una respuesta correcta en cuanto a si es mejor utilizar a un influencer o una celebridad para la promoción de una marca. Todo depende de la situación y los objetivos de la campaña publicitaria. Lo importante es hacer una evaluación exhaustiva antes de tomar una decisión y asegurarse de que el mensaje llegue de manera adecuada a la audiencia.
Fuente: El Comercio
Por: Sebastián Palacin