Inmigrantes árabes asesoran a hoteles y entidades que recibirán a invitados de ASPA

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(Aeronoticias).- Centenares de inmigrantes árabes que profesan el islamismo han formado sus familias y echado raíces en Perú, pero mantienen inalterables sus costumbres y creencias religiosas, de acuerdo con el Corán, el libro sagrado que guía sus vidas.

Una de esas principales costumbres ligadas a su religión se refiere a la alimentación. Para un musulmán que observa sus reglas, el consumo de carne de cerdo es un tema absolutamente prohibido, al igual que los derivados de esta como los embutidos y la grasa, pero también la sangre de cualquier animal.

Damin Awad, presidente de la Asociación Islámica del Perú, afirma que el islam protege la vida y salud de las personas y por eso prohíbe el consumo de la carne de cerdo, porque –señala– esta contiene bacterias que son dañinas para el organismo humano.

Lo mismo sucede con las bebidas alcohólicas. Para los musulmanes el alcohol altera los sentidos y la buena conducta de las personas, arruina las relaciones de padres con hijos y, en general, las relaciones de las personas que beben con su entorno.

La prohibición rige, incluso, para las comidas en cuya preparación se usa una porción, aunque sea mínima, de alcohol, explica Awad en diálogo con la Agencia Andina.

“La comida peruana es muy buena y, en general, podemos consumir los demás tipos de carne, pero previa extracción de toda la sangre, que también contiene bacterias”, dijo Awad, un musulmán palestino que vino a Perú hace 42 años y ya tiene hijos y nietos peruanos.

Ahmed Mohammed Mahoud Aly, el imán (sacerdote u orientador religioso), explica que el Corán permite el Halal o sacrificio de los animales para la alimentación de las personas, pero siguiendo ciertas normas que ayuden al desangramiento total del mismo y recitando una alabanza a Dios.

Otra costumbre ineludible para la comunidad islámica es el Salat o rezo a Dios, práctica que se efectúa cinco veces al día: antes de la salida del Sol (Subh), al mediodía (Dhuhr), por la tarde (Casr), al ocaso del Sol (Maghrib) y por la noche (Ishaa).

Para cumplir con esta obligación religiosa, los musulmanes deben realizarse una serie de abluciones como el lavado de manos y brazos, lavado de pies, lavado de cara, enjuague de la boca, limpieza de orejas, pasada de mano por el cabello y aspiración de agua por la nariz.

El ritual del rezo se ejecuta siempre mirando en dirección hacia La Meca, urbe natal de Mahoma, considerada ciudad santa para los musulmanes.

Precisamente, la Asociación Islámica del Perú está asesorando a los hoteles y otras entidades que atenderán a los visitantes árabes que participarán en la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur-Países Árabes (ASPA).

El objetivo es orientarlos de tal forma que puedan brindar a los asistentes las facilidades para observar sus obligaciones y rituales religiosos, en cuanto a los horarios, la dirección hacia La Meca y algunos otros aspectos.

La comunidad musulmana en Perú comenzó a llegar en grupos muy pequeños entre 1910 y 1920. Para 1950 ya se observaba un número mayor, especialmente provenientes de Palestina y Siria. A ellos se suman los peruanos convertidos a la religión islámica, cuya cantidad se desconoce.

La mayoría está afincada en Lima y son de procedencia palestina. Su principal actividad económica es el comercio y la industria, aunque ya hay algunos dedicados a la agricultura y a la construcción.

“Nosotros no hablamos de nacionalidades, porque todos los musulmanes somos hermanos”, subrayó el representante de esa comunidad.

El imán comentó también que para su comunidad todos los seres humanos son islámicos, “pero no lo saben”, porque el significado de la palabra islam es “sometimiento a la voluntad de Dios”.

“Y en todas las religiones todos estamos sometidos a la voluntad de él”, resaltó.

En cuanto a la forma de saludar que les está permitida, Awad explicó que es posible darse la mano entre hombres y a la mujer saludarla con una venia, pero que el contacto con beso en la mejilla no figura entre sus costumbres.

Algo similar sucede con la música. Para esta comunidad musulmana, la música puede estar en el canto de un ave o en el discurrir de las aguas, pero jamás se puede aceptar una danza que denote alguna intencionalidad del hombre a la mujer, es decir ninguna música con alguna carga erótica.

(FIN) ART/RRC

GRM

Agencia Andina.

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