(Aeronoticias).- El último atentado -fallido- en Canadá tuvo como personajes a tres personas de religión musulmana. Pero dos de ellas estaban implicadas directamente en el atentado para volar, presuntamente, las vías del tren.
El tercero llamó a las autoridades canadienses para alertar lo que iba a suceder.
El informante era un imam -líder musulmán, equivalente a párroco, pastor, en contextos cristianos-, quien vio como los terroristas de Canadá comenzó a corromper a los jóvenes de su comunidad a través de ideas que desembocaran en la violencia.
«Ese es el deber religioso de un musulmán reportar todo lo que pueda ser peligroso… Está mencionado en el Corán», señaló otro imam de Ottawa -Canadá-.
Y si bien para el caso de Boston, los Tsarnaev -presuntos autores de las explosiones en la maratón- tuvieron la bendición de tener un imam alejado de los «ideales» de al-Qaeda, y un tío que quiso ponerle freno a Tamerlan en su momento, la maldición de ambos fue tener a unos padres que veían todo menos lo que sucedía con sus hijos.
En Estados Unidos, los planes de infiltrar espías en comunidades musulmanas ya no es tan exitoso ante usar a los líderes de estas comunidades como fuentes de información directa para prevenir la corrupción ideológica del grupo.
Como puntualiza William Saletan, de Slate, «por cada jihadista -quien declara la Jihad, la guerra santa- que busca la guerra, hay un imam que busca la paz. Por cada Tamerlan Tsarnaev, hay un Ruslan Tsarni. Hay buenas personas que pueden detener el terrorismo».
