México se acerca a lograr el récord de 100 millones de pasajeros aéreos

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El reforzamiento de la soberanía europea se ha convertido casi en una obsesión en la capital comunitaria.

Una meta tan poliédrica como difícil, que en su dimensión económica pasa por un cocktail que combina la estrategia industrial, las normas de competencia, las defensas comerciales o el apoyo a la innovación.

Europa sabe que que está perdiendo terreno frente a las grandes firmas estadounidenses y chinas. Y al pensar cómo apoyar a los campeones europeos del futuro, en algunas capitales, sobre todo en París y en Berlín, miran al pasado, al ejemplo de Airbus.

La Comisión Europea se opone a la idea francoalemana de rebajar las normas anti-monopolio para permitir el surgimiento de gigantes con su bandera, como sucedió en los 70 con el consorcio aeronáutico europeo que consiguió plantar batalla al monopolio de la estadounidense Boeing.

Bruselas no quiere que el precio para ser más competitivos fuera de las fronteras europeas sea estrujar la competencia en el mercado interior, como ilustró al prohibir la fusión de los fabricantes de trenes Siemens (Alemania) y Alstom (Francia).

Pero en los pasillos comunitarios no hace oídos sordos al debate. Comparten el diagnóstico y los temores. Sin embargo, los ‘Airbus del futuro’ no llegarán aguando las normas anti-monopolio, sino explorando otros caminos.

En concreto, la Comisión está considerando revisar sus normas sobre ayudas estatales para apoyar proyectos de investigación financiados por varios estados miembros, explican fuentes comunitarias a elEconomista.

Ayudas de Estado

Las normas de competencia son estrictas no solo en lo relativo a las fusiones, también al controlar la financiación pública. El objetivo es evitar que fondos estatales ofrezcan una ventaja injusta a algunas empresas.

París y Berlín, además de otras capitales, también tienen en la diana las ayudas de Estado. Argumentan que se han convertido en una camisa de fuerza para que las empresas crezcan y se conviertan en campeones europeos. Por este flanco Bruselas no solo ya ha abierto la mano, sino que está dispuesta a aflojar más el corsé para favorecer una industria más competitiva e innovadora.

Desde 2014, el Ejecutivo comunitario permite que varios socios se unan para respaldar iniciativas de I+D cruciales para el futuro de la industria europea, pero que aun así no logran atraer suficiente capital privado.

Ahora, la Comisión está estudiando rebajar los requisitos para acceder a este esquema de “Proyecto Importante de Interés Común Europeo” (IPCEI, por sus iniciales en inglés), tal y como le piden una veintena de estados miembros.

A principios de diciembre, la Comisión aprobó el segundo de estos IPCEI. Se trata de un plan financiado por siete socios comunitarios para respaldar con 3.200 millones de euros la investigación en el campo de las baterías.

Sin embargo, los Estados miembros creen que la Comisión no está yendo lo suficientemente lejos al apoyar estos proyectos innovadores transfronterizos, y debería facilitar el acceso más aun a las ayudas de Estado. El hecho de que tan solo haya aprobado dos en un lustro prueba la exigencia de los requisitos, apuntan.

Un total de 19 socios de la UE lleva solicitando desde el pasado diciembre simplificar y acelerar los procedimientos de autorización para proyectos de IPCEI. También han pedido más claridad sobre qué costes podrían ser cubiertos por las arcas públicas.

Francia y Alemania, que llevan todo el año peleando por revisar las reglas de competencia, insistieron en esta demanda cuando lanzaron el pasado febrero su manifiesto conjunto para una “Política industrial europea adecuada para el siglo XXI”.

“El IPCEI es una herramienta útil para financiar proyectos innovadores a gran escala, pero su aplicación es muy compleja”, señala el manifiesto. Y agrega que “puede ser apropiado revisar las condiciones de aplicación para asegurar que el IPCEI sea más fácil y más efectivo”.

A pesar de la aprobación de la iniciativa de baterías en tan solo cinco meses desde la solicitud, un proyecto liderado sobre todo por Francia y Alemania, fuentes del Gobierno francés señalaron que su petición para introducir más flexibilidad en el marco de ICPEI se mantiene.

Las condiciones para que un proyecto sea catalogado como IPCEI y reciba fondos públicos son que contribuya a los objetivos estratégicos de la UE; involucre a varios estados miembros; incluya financiación privada por parte de los beneficiarios; genere efectos positivos a través de la UE, y sea muy ambicioso en términos de investigación e innovación, es decir, que vaya más allá de lo que se considera como lo más avanzado en el sector en cuestión.

Revisión

Los cambios podrían llegar en la segunda mitad del próximo año. Desde la Comisión Europea señalan que el marco de los IPCEI está siendo revisado, como parte del “control de aptitud” lanzado en 2019 para mejorar la regulación de la UE y reducir la burocracia.

La Comisión tendrá en cuenta la posición franco-alemana, ya que los estados miembros han sido invitados a compartir sus puntos de vista a través de una consulta pública.

Las conclusiones de la revisión, que todavía está en curso, “dará forma a los posibles cambios al marco de IPCEI”, agregó un portavoz comunitario. Se espera que los resultados se publiquen en el tercer trimestre del próximo año, como parte del ejercicio de evaluación de la regulación existente.

De momento, un alto cargo comunitario adelantó a este diario que la institución se está inclinando a favor de abrir más la mano. No obstante, la Comisión señala que ya “extrajo y aplicó lecciones importantes” de los dos primeros proyectos, explicó el portavoz.

Baterías eléctricas

Antes del proyecto de baterías, el primer IPCEI fue un plan impulsado por Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido para financiar con 1.750 millones de euros I + D en microelectrónica, aprobado en diciembre del año pasado.

Las fuentes consultadas señalan que se está elaborando una tercera propuesta también relacionada con el campo de las baterías. Además, Francia y Alemania ya tienen una lista de areas clave para estos megaproyectos de cooperación, y que incluye el hidrógeno, los procesos industriales con bajas emisiones de carbono, la salud inteligente o la ciberseguridad.

Las ventajas del esquema IPCEI son claras, sobre todo a los ojos de quienes intentan equilibrar el apoyo público necesario con las normas de competencia. La comisaria del ramo, Margrethe Vestager, argumenta que las “reglas especiales de ayuda estatal” se aplican para “permitir que la investigación e innovación arriesgada e innovadora vea la luz del día, mientras se asegura que sus beneficios se compartan ampliamente y no distorsionar la igualdad de condiciones en Europa”.

Precisamente uno de los requisitos para recibir la autorización de Bruselas es que genere “efectos indirectos positivos”. Esta condición resulta clave para garantizar que el proyecto no brinde una ventaja injusta a las empresas financiadas.

En el caso del proyecto de baterías, la Comisión destacó que los resultados serán “ampliamente compartidos” con otras empresas y la comunidad científica.

Fuente: El Economista.

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