El decreto emitido por Obama permite a las autoridades sanitarias saltarse determinadas regulaciones y agilizar la atención médica a la población. «La base de nuestra respuesta nacional a la gripe H1N1 es estar preparados a todos los niveles», aseguró la Casa Blanca.
La entrega de vacunas contra la enfermedad continúa siendo lenta. El gobierno norteamericano había encargado 250 millones de dosis. La llegada de las primeras 120 millones de vacunas estaba prevista para fines de octubre, pero las autoridades sanitarias se vieron obligadas a reducir esa cifra. Cuentan con que se entreguen un máximo de 40 millones de dosis a comienzos de noviembre.
De acuerdo con informaciones difundidas por los medios, en muchas localidades estadounidenses tuvieron que ser aplazadas las vacunaciones masivas en colegios, hospitales, iglesias y también supermercados. Ahí donde las efectúan se forman a menudo largas colas. Centros médicos, como por ejemplo los de Nueva York, informaron de una avalancha de llamadas telefónicas de ciudadanos preocupados.
«Esperamos que la enfermedad aparezca en oleadas, aunque no podemos predecir cuándo se producirán tales oleadas», dijo el director del centro estadounidense de enfermedades infecciosas (CDC), Thomas Frieden. Según los últimos datos, hasta ahora han sido vacunados alrededor de 60 millones de norteamericanos contra el virus.