Afiches de Fidel Castro, Ernesto «Che» Guevara y Hugo Chávez adornan el interior de un pequeño edificio circular, donde doctores cubanos y venezolanos atienden una fila de pacientes en un vecindario pobre de Caracas. Para sus simpatizantes, el programa bandera de Chávez, con cerca de 15.000 médicos -mayormente cubanos- en más de 6.000 centros, ilustra lo mejor de su década en el poder: un compromiso con los pobres con resultados tangibles.
«Llámalo como quieras, no importa. Socialismo, caridad, lo que sea. Pero para mí, esto funciona», dijo sonriente José Fuentes, removiendo su máscara de oxígeno luego de su sesión semanal en una clínica Barrio Adentro en la capital. Críticos, sin embargo, dicen que es un proyecto político que expone el peligro de la «cubanización» de Venezuela. Argumentan que los centros están colapsando y los médicos locales han sido desplazados por cubanos, mientras los hospitales tradicionales carecen de recursos.
Con las elecciones a la Asamblea Nacional a finales del 2010, ambos bandos han tomado a Barrio Adentro como símbolo para intentar persuadir a los votantes. Rara vez pasa una semana sin que Chávez aparezca varias veces entre doctores e instalaciones médicas para promover el «relanzamiento» del programa. Diarios opositores, por otro lado, han publicado una serie de fotos de deterioradas y vacías clínicas, dando la impresión de negligencia gubernamental.
«Así como Barrio Adentro le sirvió para ganar unas elecciones, ahora le puede servir para perderlas», dijo Jorge Díaz, experto médico de la Universidad Central de Venezuela, al diario El Nacional. En una media decena de centros visitados por Reuters en la barriada del «23 de enero» en Caracas, había pocas quejas sobre Barrio Adentro o Chávez por parte del equipo médico o los pacientes.