(Aeronoticias).– Se ha vuelto común en los políticos acusar de traidor a quien por regla de principio decide optar libremente por tomar otros caminos diferentes al de sus orígenes.
El presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski arremete contra sus adversarios políticos cada día con mayor fuerza, no distingue color o figura política, todo aquel que critique la evidente crisis de su gobierno resulta ser o un comunista o traidor que lo quiere destituir sin razón alguna.
El Legislativo ha emplazado a PPK, habiéndose reforzado las causales de posible vacancia tras las declaraciones de Jorge Barata sobre las campañas de la candidatura del año 2011, además de lo expuesto por Marcelo Odebrecht acerca de los vínculos por finanzas que tuvo con las empresas del actual mandatario.
PPK se mantiene en medio de un limbo político, atacado principalmente por dos fuerzas políticas, por un lado se tiene a Fuerza Popular y, desde la otra orilla a la izquierda peruana representada en el Frente Amplio (impulsor la de vacancia) y el bloque de Nuevo Perú liderado por Verónika Mendoza. Lo curioso de este último grupo es que a pesar de que parece una forma de venganza por el indulto otorgado en diciembre a Alberto Fujimori, la izquierda ha optado por direccionar sus acusaciones sobre los actos de corrupción para sumar el apoyo de la bancada naranja.
¿Acaso la izquierda volverá a jugarse las cartas en un intento por destituir al mandatario de la mano de FP?
Es cierto que esta vez resulta la oportunidad propicia para que la oposición se sienta satisfecha con su accionar. La bancada de “la mototaxi” podrá sacarse el clavo que frustró su primer intento de vacancia y la izquierda podrá vengarse –indirectamente- del indulto por el cual estuvieron en las calles protestando semana a semana.
También es cierto que estos dos sectores no tienen la autoridad moral ni mucho menos representan reserva moral alguna puesto que Odebrecht también los alcanzó de una u otra forma, ya sea a través de Yoshiyama, Alva Castro, Toledo o Villarán. Derecha e izquierda están coludidas y embarradas en esta trama de la corrupción.
La política peruana está dañada, ha sido traicionada por personajes que ofendieron su honor, mellaron su honra y burlaron al pueblo que los eligió como sus reprresentantes en una acción de vil viveza y ambición de poder. Gobernar el Perú se ha convertido en una suerte que se traduce en enriquecerse los bolsillos, saquear los recursos y tildar de traidor a quién se oponga al régimen.
Estamos cansados de los mismos de siempre que llevan más de 10 años en los poderes del Estado y hasta ahora no han dado muestra de un singular valor en beneficio del país.
Dependerá de los jóvenes hacer el cambio pero no criticando a la política sino introduciéndose, haciendo y viviendo en ella y no de ella, por que para enfrentar un mal interior hay que derrotarlo desde adentro. Para erradicar un tumor hay que cortar, abrir y extirpar para luego sanar. No esperemos que se aparezca un mesías político para experimentar con nuestro modelo económico y nuestras leyes en la aventura del “a ver qué sucede”.
Bien lo dijo Roberto Bazán, politólogo y amigo mío mientras daba una conferencia en la UNMSM sobre comunicación política: “hay que refundar nuestro país de la mano de la juventud que esté realmente comprometida y con la esperanza de hacer posible ese cambio, porque sino lo hacemos nosotros, lo harán otros y quizás no de la mejor forma que esperamos tener como resultados”.
Quizás manden a su casa a PPK, tal vez se cierre el Congreso, quizás convoquen a elecciones generales y aun así no será suficiente pues mientras las columnas de la corrupción estén allí seguirán socavando una y otra vez la dignidad de un pueblo, mientras el Poder Judicial no asuma sus funciones lejos de la corrupción y sancione verdaderamente con el peso que manda la ley no encontraremos justicia, mientras los jóvenes no deslinden de los sectores políticos que siempre se aprovechan y los toman por tontos útiles para sus propios intereses seremos espectadores marchas tirstemente manipuladas, mientras la juventud no despierte y sé de cuenta de que la solución está en donde surgió el problema no llegará el cambio, mientras no reaccionemos frente a todo ello que nos sucede no percibiremos la transformación que tanto anhelamos.
Y es que no necesitamos una “gran transformación” que nos venda el gas a doce soles, sino una real y verdadera. Una que realmente ame y que por ese amor recupere el Perú.
Foto referencial RPP.