(Aeronoticias): En los últimos tiempos, la aviación es pera podrida de los sectores que buscan acabar con las emisiones de gases de efecto invernadero. La reducción de carbono se ha convertido en unos de los principales objetivos, ya que han crecido las emisiones de CO2 de los aviones en un 29% desde el año 2012 al 2019.
Este consumo tan elevado no se contrarresta con soluciones técnicas a corto plazo que reduzcan las emisiones de carbono.
Durante la pandemia, la reducción de CO2 en el sector, cayó hasta un 58% en 2020. Este hecho contribuyó a una bajada del calentamiento global, ya que éste incide de forma directa a la no sostenibilidad del planeta.
Una de las formas para la reducción de emisiones, en un futuro, es que la gente vuele menos, aunque las nuevas tecnologías con combustibles sostenibles (SAF) o aviones más eficaces jueguen un gran papel en los próximos años.
Pero si las personas dejaran de volar en todo el planeta, ¿qué pasaría? Lo primero que tenemos que pensar es que la forma de viajar cambiaría significativamente, por lo que se generarían grandes cambios en otro tipo de transportes, como los coches o trenes (aunque sean de bajas emisiones).
Si bien es cierto que los vuelos no afectarían a mucha gente, pues representan un 13% de la población total mundial, la logística del transporte se vería afectada. El mundo de los aeropuertos vería desplomarse sus economías, aunque aportarían mejoría en todo lo que representa el impacto del ruido.y la contaminación alrededor de dichas infraestructuras. En cuanto al turismo, éste se vería afectado en doble vertiente. Por un lado, la gente tendría que viajar a lugares accesibles a través de otros medios de transporte como trenes, barcos o autobuses. Sin embargo, otros lugares se verían negativamente afectados como, por ejemplo, las islas. Estas dependen directamente de los aviones para suministros o turismo. Esto supondría una importante caída de las economías locales.
Por otro lado, la conexión entre personas con seres queridos en otros países se vería seriamente afectada. No se podrían mover de un país a otro, con el consecuente impacto emocional que eso supondría.
Esto significa que, aunque la mejor opción sería la caída en la demanda de vuelos, no es tan viable para la reducción en las emisiones de carbono. Lo que nos lleva directamente a darnos prisa en la descarbonización de los aviones para limitar el impacto climático que este sector produce.
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Fuente: a21.com.mx