Los anticuarios mexicanos Carlos Noloya y Leticia Fernández presentaron a fines de agosto pasado los 1.200 objetos como buenos, y dijeron que eran muy distintos a las otras obras pictóricas que dejó Kahlo. José Luis Pérez Arredondo, representante legal del Banco de México, que vigila los intereses de Rivera y Kahlo, dijo que «la gran mayoría (de las obras señaladas) parece ser, porque expertos conocedores de la vida y obra de la artista así lo han manifestado, no son de la autoría de la artista».
Informó que el comité técnico del fideicomiso hizo la denuncia tras conocer la opinión de expertos sobre las obras divulgadas en las publicaciones «Finding Frida Kahlo» y «El laberinto de Frida. Muerte, dolor y ambivalencia. Cartas ilustradas, dibujos y notas íntimas». Pérez Arredondo precisó que «no estamos haciendo imputaciones personales ni tampoco calificando conductas. Esa es la materia de la denuncia».
Indicó que será ahora la Procuraduría General de la República (PGR) la encargada de determinar la autenticidad de la obra, y dilucidar quienes son sus dueños, además de las posibles responsabilidades que puedan tener en la comercialización de los objetos. El nieto de Diego Rivera, el pintor Pedro Diego Alvarado, mencionó que «lo que dicen las cartas (que aparecen en uno de los libros) no tiene ninguna relación con el universo de Frida», lo que permite pensar que son falsas.
El crítico estadounidense de arte James Oles dijo que se trata de «falsificaciones recientes con materiales viejos». Indicó que muchos de los documentos presentan «horribles faltas de ortografía» que no es posible que haya escrito Frida, quien estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y «fue una de las mujeres más inteligentes de su época».