«El enemigo inició una guerra de guerrillas. Toda la nación debería unirse contra este puñado de terroristas, y, si Dios quiere, los derrotaremos», dijo el ministro del Interior Rehman Malik, citado por la agencia de noticias DPA. La violencia empezó a las 9 de la mañana, cuando un grupo de insurgentes atacó el edificio de la Agencia de Investigación Federal (FIA, en sus siglas en inglés), en el corazón de Lahore.
El ataque duró una hora y media y terminó con la muerte de dos atacantes, cuatro empleados del FIA y un transeúnte, dijo el funcionario del FIA Sajjad Bhutta. Poco después del inicio de ese ataque, un segundo grupo de rebeldes atacó un centro de entrenamiento de la policía en Manawan, en la periferia de Lahore, la capital de la provincia de Punjab, dijo el jefe de la policía de Lahore, Pervez Rathore.
El ataque murieron nueve policías y cuatro insurgentes, uno por disparos y otros tres al inmolarse con bombas, dijo Rathore. Otra banda de al menos nueve insurgentes atacó otro centro de entrenamiento policial no lejos del aeropuerto de Lahore. Rathore dijo que un policía, cinco atacantes y un civil murieron en la acción, y que fuerzas de seguridad liberaron a una familia que había sido tomada cautiva por los talibanes.
En el noroeste de Pakistán, un atacante detonó un coche bomba cerca de una comisaría en la ciudad de Kohat y mató al menos a 11 personas, informó la policía. La Fuerza Aérea comenzó a bombardear el lunes pasado la región noroccidental de Waziristán del Sur, principal bastión talibán. El ejército dijo que una ofensiva terrestre es inminente, y la prensa informó que ya envió a casi 30.000 hombres y bloqueó la zona.