Anarco-feminismo: No, no es un cuento de terror

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(Aeronoticias).- Cuenta la historia que un grupo de mujeres se reunió en Argentina con el fin de declarar un día por excelencia para iniciar el camino hacia la legalización y promoción del aborto, todo esto por el año 1990.

Dicha reunión no era más que la celebración del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en donde finalmente se declaró como el día de la despenalización del homicidio prenatal, un 28 de setiembre.

Si creía que dicha celebración era ajena al Perú, está equivocado. Aquí la fecha es reconocida por la agrupación feminista Flora Tristán.

Esta es una agrupación que tiene como fin promover el uso de la píldora del día siguiente dentro y fuera de sus sedes locales, además del intento de colocar el aborto como un «derecho» de la mujer en el marco de lo que ellos denominan como Derechos Sexuales y Reproductivos.

Estos dizque derechos sexuales y reproductivos esconden la verdadera máscara de los grupos feministas modernos que en el trasfondo del asunto buscan maquillar sus más atroces intenciones.

Y es que, así es como labora la salvaje ideología anarco-feminista en donde se obliga al cigoto a morirse y se le discrimina por la forma en que fue concebido si nos referimos a la violaciones sexuales.

Esta filosofía actúa descaradamente negando y rechazando los aportes de la Biología que en este campo deja por fijado la vida humana desde la concepción.

No es pues correcta la idea de desplazar la ciencia médica cuando no está a nuestro favor ni mucho menos resulta justo silenciar las voces que argumentan constitucionalmente el derecho a vivir de todo ser humano.

El falso derecho a decidir sobre quien vive o quien no, es una clara muestra de privatización de la libertad y del respeto a la vida, pues está claro que ninguna vida vale más que otra.

El salvajismo con que actúan estas organizaciones que se autoproclaman defensoras del derecho de las mujeres sin saber qué decir cuando el ser que una mujer lleva en su vientre, es una niña. Allí solo se limitan a considerarlo como alguna vez lo denominó irracionalmente la ex ministra de Salud, Midori de Habich, bajo el título de «contenido uterino».

De qué libertades y derechos de la mujer puede hablar y exigir el anarco-feminismo si los concebidos que son y serán abortados a causa de sus iniciativas son más del 40% del sexo femenino; es decir, mujercitas en el vientre de sus madres. Sí, son mujercitas a quienes no les dan su derecho a decidir si eligen la vida o no. Esto pasa porque las excluyen, ellas no tienen voz, así es como las marginan.

Un anarquismo maquillado de feminismo que hace la mezcla y combinación más hipócrita, cruel e inhumana que puede existir.

Estos grupos ingresan a los países buscando la legalización del aborto libre pero van de a pocos. Primero, utilizan como Caballo de Troya el Aborto Terapéutico, una vez aprobado sigue el Aborto en caso de Violación, y finalmente el Aborto Eugenésico (por malformación en el bebé o anomalías genéticas como el Síndrome de Down, Turner, entre otros).

La igualdad de los derechos de la mujer en conformidad con los derechos del hombre no debe confundirse con el «derecho» a decidir sobre la vida de otros, aún si están totalmente indefensos.

El patriarcado como lo conciben las anarco-feministas que se andan desnudando a vista y paciencia del público sin pudor alguno, no debe ser desplazado y reemplazado en su lugar por un matriarcado, pues si no aprendimos de los errores del primero, qué podemos esperar de los horrores del segundo.

La pioneras del feminismo, por el contrario, sí buscaron la igualdad de derechos y un claro reconocimiento dentro de la sociedad civil. La erradicación del patriarcado y la implantación de un matriarcado nos hace volver al mismo vómito.

Entonces, qué hacen estos dizque grupos feministas rechazando la maternidad como condición biológica y natural tratando de implantar un concepto de «pro-elección» que ni siquiera tiene aval científico sino que parte de una idea mermada en una filosofía egoísta, individualista y mortal para quien se convertirá en la futura víctima.

Nos quejamos y nos lamentamos por las actitudes del Estado Islámico en Medio Oriente, nos escandalizamos por el genocidio nazi, criticamos en las clases de historia a la Iglesia por la Inquisición, nos duele recordar a las víctimas inocentes que dejó el régimen fascista y stalinista, pero irónicamente aceptamos con frescura y sin remordimiento alguno el infanticidio actual de millones de concebidos en el vientre de sus madres.

Nos quejamos del pasado de nuestra historia pero no aprendemos de ello, y por el contrario caemos en el mismo error, en la misma lesa humanidad al aceptar aquello que es arbitrario y legal aún sabiendo que es inmoral y antiético.

Rechazar la maternidad o creer que se tiene la capacidad de una elección contrariando a la biología es un gravísimo error pues no significa el dominio de la naturaleza, ni el dominio propio. Significa esclavizarse a una corriente ideológica e individualista que afecta directamente a la familia, a los hijos y en consecuencia a la sociedad.

Y no mis queridos lectores, no es un cuento de terror…

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