Vivieron en el desierto, haciendo gala de su asombrosa capacidad de construir majestuosos templos de adoración, por lo que dejaron huella imborrable en el santuario levantado a mayor gloria de la antropología, destacando: la Huaca del Brujo, Del Sol, De la Luna, y por supuesto la joya de Chan- Chan y Marca-Huamachuco.
La Libertad, su capital, es bastión de la historia porque sus ancestros cristalizaron 2 de las mas vastas y poderosas culturas del continente americano: La Mochica y La Virú. Los ríos Jequetepeque, Chicama, Moche, Virú, Chao y Santa fueron los encargados de regar tanta riqueza de pensamiento, como la que alumbró también a los patriotas que en 1820 proclaman la independencia del Perú.
Pero al hablar de Trujillo nos recuerda la primavera, los caballos de paso peruano, la marinera y la cultura tradicional en general, es preciso, cuando se invoca la genialidad, la erudición y la perseverancia, escribir con letras mayúsculas (en negritas y cursiva) los nombres de César Vallejo, Ciro Alegría, Víctor Larco Herrera y Rafael Larco Hoyle, hijos todos de esta tierra.
“Eran fastuosos. En Chan-Chan nos han dejado bellos exponentes: piezas de plata dorada, platos grandes, fuentes de doble fondo que parece usaban para el boato de sus banquetes…”