El coronavirus ha alterado nuestra vida de formas que incluso hoy no podemos llegar a comprender del todo y que serán claras recién en los años venideros. El sector de los viajes y el turismo es uno de los más golpeados, y no sólo tardará en recuperarse un estimado de tiempo que en el mejor de los casos será recién en cuatro años, sino que se verá transformado completamente, aunque pocos arriesgan a afirmar si esos cambios durarán por un tiempo determinado o permanecerán por siempre.
Después de los atentados del 11 de septiembre del 2001, la gente tenía miedo de subirse a un avión. 1,66 mil millones de pasajeros volaron en el 2001, y este número bajó a 1,63 mil millones en el 2002. Relativamente poco, pero lo cierto es que el sector sufrió varios golpes: hubo despidos, fusiones entre aerolíneas, y esto derivó en menos vuelos y aviones más llenos. Las líneas aéreas reforzaron la seguridad y se volvieron más cautas. Un escenario muy parecido pero a la vez completamente diferente se está observando ahora.
“Aprender de la crisis es una prioridad, y asegurarnos de que estamos preparados es ahora lo más importante. Luego del 11 de septiembre la recuperación fue lenta porque cada país implementó su propio protocolo de seguridad. Hay que evitar que eso pase nuevamente y que haya una colaboración entre el sector público y el privado”, compartió Gloria Guevara Manzo, presidenta y CEO del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) durante el webinar El futuro de los viajes y el turismo, organizado por esta entidad y la Asociación Latinoamericana de Transporte Aéreo (ALTA).
En este encuentro en el que participó Infobae, especialistas del mundo de la aviación, la tecnología, los negocios y el gobierno en América Latina dieron a conocer sus perspectivas sobre el impacto del COVID-19 en el sector, y analizaron posibles escenarios y futuras tendencias para recuperar la confianza de los viajeros.
Según información de la WTTC, el turismo a nivel global representa el 10,3% del PBI. De todos los puestos de trabajo creados en los últimos cinco años, uno de cada cuatro se apoya en este sector. En América Latina, el turismo representa una contribución del 8% al PBI. Las pérdidas de puestos de trabajo relacionadas al sector se estiman en 121,1 millones, y 6,1 millones en América Latina y en el Caribe. “Sin el apoyo necesario, y sin las decisiones correctas, estos números pueden llegar a 197,5 millones a nivel global, y 10,4 millones en nuestra región”, vaticinó Guevara Manzo.
¿Cuándo se recuperará la conectividad que existía antes de la pandemia?
“El año pasado, por primera vez en la historia tuvimos conectividad con todas las regiones del mundo”, señaló José Ricardo Botelho, CEO y director ejecutivo de ALTA. “Hasta el inicio de la pandemia, la región había estado creciendo a un ritmo de 5% por mes. El COVID-19 es una piedra en el camino, como decimos en Brasil. En abril y mayo hubo una reducción de pasajeros en la región del 95%. Creemos que vamos a volver a los números del 2019 en América Latina recién en el 2025”.
Las predicciones a las que tiene acceso Jared Harckham, vicepresidente en la consultora de aviación ICF, son similares: “Se calcula que la recuperación en Latinoamérica será en 4 ó 5 años. La pandemia frenó los viajes aéreos a nivel global, pero a medida que las economías se reactivan, la actividad a nivel doméstico también. La situación cambia rápido y hay economías que están en peor situación que otras, claro”.
“El servicio aéreo en América Latina está rezagado, en gran medida porque la pandemia arribó más tarde a la región. La industria aérea en general está en crisis. Algunas aerolíneas tradicionales se reestructuraron, al igual que las budget, y otras directamente desaparecieron. Lo cierto es que todas van a achicarse, con menos pasajeros y menos vuelos. Quizás a largo plazo salgan de esta situación mejor y con un plan más sostenible que nunca”, agregó.
Harckham sintetiza la recuperación en tres etapas. La primera es la etapa de cuarentena, que dura entre dos y tres meses y que cuenta con vuelos esenciales, de repatriación y de carga. La segunda es la etapa de pre recuperación, que puede durar un tiempo estimativo de entre 6 y 18 meses. Aquí comienzan los vuelos domésticos y hay una reapertura gradual de fronteras que limita los viajes internacionales. Hay distancia social en aeropuertos y aviones. Éste es el momento de convencer a los pasajeros de que viajar es seguro. Por último llega la ansiada etapa de recuperación, que durará varios años, dependiendo de la profundidad de la recesión económica y de la salud de las aerolíneas que continúan funcionando. Aquí se observará una apertura total de fronteras, ya no habrá distancia social pero se establecerán nuevas medidas de higiene, y se notará un cambio en el comportamiento de los pasajeros que afecta viajes de placer y negocios.
El rol gubernamental para recuperar la confianza de los viajeros
El colapso de la demanda en el sector se debe a las restricciones impuestas por los gobiernos alrededor del mundo con respecto a los viajes. Algunos cerraron sus fronteras pero siguieron permitiendo rutas a nivel doméstico, otros todavía no permiten vuelos domésticos no esenciales, mientras que otros, en regiones donde el virus arribó primero como Asia y Europa, ya abrieron sus fronteras nacionales, creándose así las llamadas “burbujas” o corredores turísticos que permiten que haya movimiento entre países que estén en iguales condiciones sanitarias. Por eso, que los aviones vuelvan a volar requerirá que los gobiernos mitiguen o levanten las restricciones.
“En este momento en Europa hay 35 mil vuelos, un 45% del tráfico que teníamos a esta altura del año pasado”, aseguró Eamonn Brennan, director general de Eurocontrol, la Organización Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea. “En Europa no hubo buena coordinación. Empezamos bien en junio, pero en julio comenzaron los problemas. Por ejemplo,el Reino Unido impuso cuarentenas para arribos de España y Francia, luego se prohibió la llegada de algunos lugares. Algunos gobiernos ayudaron mucho y se les dio alivio económico a aerolíneas como KLM, Lufthansa, Alitalia o Air France, pero generó tensión con otras aerolíneas que no recibieron nada. La situación ahora en Europa es muy complicada”.
“No quiero criticar de más, pero hay que entender que para erradicar el COVID-19 se necesita la vacuna; el virus no se va a ir por estas restricciones. La mayoría de los gobiernos fueron capturados por los profesionales de la salud. No creemos que Europa se vuelva a recuperar hasta el 2024”.
América Latina es una de las regiones que más limitaciones estableció para el tránsito aéreo durante la pandemia. Según Guevara, de lo positivo y negativo en Europa se puede aprender para reactivar el turismo en la región “en términos de medidas implementadas”. Destaca entre lo positivo que “hay que reanudar los vuelos en una manera coordinada; implementar testeo como en Islandia y Grecia; una coordinación privada y pública como en Portugal; y se requiere apoyo financiero de los gobiernos a las aerolíneas como ocurrió con Italia y Alemania”.
Menos cuarentena, más testeo
“No creemos en cuarentenas, creemos en testeos”, subrayó. “El testeo está haciendo la diferencia. Antes de que llegue la vacuna necesitamos testeo extensivo, rápido y confiable a la salida o en el arribo, y herramientas de rastreo. Los tests múltiples sólo generarán un aislamiento de los viajeros, por eso, debe haber una coordinación para que un test que me hago en Londres, por ejemplo, me lo acepten en mi destino. No estamos todos infectados, y las cuarentenas van a afectar a la recuperación”.
“Creemos que las cuarentenas no son la mejor manera”, coincidió Botelho, aunque él va un paso más allá: “Tampoco vemos razones para hacer test PCR en aeropuertos”. Por su parte, Roberto Alvo, CEO de LATAM, resaltó que “los pasajeros tienen miedo de las cuarentenas y de los gastos médicos. La cuarentena de 14 días es perjudicial al turismo. Un primer paso sería testeo al arribo como medida temporal. Tiene que ser confiable y rápido”.
“Es esencial volver a activar”, afirmó Alvo.” Hasta que no haya vacuna no va a haber recuperación total. Los pasajeros tienen que saber que van a estar seguros. Los gobiernos tienen que dejar que viajen. La mayoría de las aerolíneas implementó protocolos, y hay evidencia científica de que viajar es seguro”. Se refiere a un estudio reciente realizado por el MIT que sugiere que durante un vuelo, la posibilidad de contagiarse coronavirus es 1 en 4300, y 1 en 7700 si el asiento del medio se deja desocupado.
Por eso, reconoció que el verdadero desafío es la coordinación con los gobiernos en cuanto a protocolos y testeos. “Hasta que los gobiernos no entiendan esto, no va a haber una recuperación total. Será una recuperación lenta y larga. Hasta el 2023 o 2024 el tráfico no se va a recuperar y la conectividad va a bajar. Estábamos llegando a nuevos lugares a los que ahora dejaremos de llegar. Pero podemos aprovechar este período de hibernación para mejorar. Es nuestra responsabilidad trabajar con los gobiernos”.
“Por primera vez tenemos la oportunidad de sentarnos con los gobiernos para encontrar una solución y para demostrar qué cambios son los más necesarios. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para salir mejor parados”, aportó Botelho. “Para que la gente vuelva a volar, la palabra clave es ‘confianza’. Necesitamos confiar en el sistema. ¿Pero cómo? Implementando protocolos en conjunto con el sector público”.
En ese sentido, los especialistas urgen a que los gobiernos de la región trabajen con los actores del sector privado para adoptar protocolos de seguridad y salud definidos en conjunto con profesionales de la salud, y así lograr generar confianza en los viajeros. E insisten: la reactivación del sector no será posible sin un apoyo gubernamental continuo.
Al fin de cuentas, como sintetiza Brennan, aterrizar un avión es fácil; lo difícil es encontrar razones para que vuelva a volar.
Fuente: Martina Putruele – Infobae