El juez federal Sergio Torres reclamaba al ex militar por su presunta responsabilidad derivada de su actuación como aviador naval con base en la ESMA en relación a cuatro procesos penales en los que hay más de 1.000 víctimas, indicó la policía española en un comunicado. El piloto habría participado en los «vuelos de la muerte» ocurridos durante la última dictadura militar argentina, en los que miles de detenidos-desaparecidos fueron arrojados vivos y drogados al mar desde aviones militares.
Poch piloteaba con relativa frecuencia el vuelo que, procedente del aeropuerto de Schipol en Amsterdam (Países Bajos), viajaba a Manises (Valencia), y regresaba a su punto de origen tras una escala de unos 40 minutos, en la que recogía nuevos pasajeros tras el desembarque del transportado desde Holanda. El detenido trabajaba para la empresa aérea desde la década del `80 cuando huyó de la Argentina rumbo al reino de Holanda, donde vive desde entonces con su familia, indicaron a Télam fuentes allegadas a la investigación. Desde Buenos Aires, fuentes allegadas a la investigación ponderaron la colaboración de la «justicia y autoridades holandesas» y señalaron que la captura del represor «es el fruto del esfuerzo y de la tarea mancomunada que se realizó durante más de un año en el marco de la cooperación y asistencia entre ambos países».
En ese marco, el juez Torres viajó a Holanda en diciembre de 2008 y allí recogió constancias del expediente y testimonios, en los que Poch confesó -en sendas reuniones con sus compañeros de trabajo- que había participado en los «vuelos de la muerte» y «relató el modo en que los prisioneros eran arrojados al mar». En la ciudad de Amestelveen, el magistrado recogió el testimonio de otro piloto de la misma empresa, quien declaró que el represor «exactamente me dijo cuando a bordo de su avión se echaba fuera de la borda personas con vida con el fin de ejecutarlas» y justificó esas prácticas sosteniendo que «se trataba de terroristas».
El mismo testigo dijo haberse «enojado fuertemente porque uno no puede imaginar cosas tan terribles», pero Poch se justificó diciendo que «era una guerra» y que las víctimas «habían sido drogadas previamente», tras lo cual añadió que los familiares «no se deben quejar porque sabían que sus hijos y sus esposos eran terroristas». En términos similares se expresó otro piloto que participó de la misma reunión, que se desarrolló en un restaurante de Bali, en Indonesia. En ese encuentro, el comentario surgió cuando se mencionó que el suegro del príncipe holandés Willem Alexander, en referencia a Jorge Zorreguieta, «fue miembro del régimen ’criminal’ (del dictador Jorge Rafael) Videla; y luego de esas palabras el capitán Poch comenzó a defender ese gobierno y nos decía que teníamos una imagen errónea de esa época».
Por su parte, un tercer piloto de la misma empresa en la que Poch presta servicios afirmó que el represor «tiene dos caras, por un lado puede comportarse como una persona amable, pero su vez tiene algo invisible que lo hace sentirse superior a los demás, puede que ello tenga algo que ver con su pasado como militar». «Su comportamiento era impresionante, defendía el hecho de haber arrojado gente al mar. El todavía defiende sus argumentos tras pasar treinta años, cree que tiene razón. Lo veo en su cara, en su ferocidad. Habla de terroristas de izquierda», dijo el testigo, quien añadió: «No tengo idea de que lo hayan forzado a que cometiera esas atrocidades.»
Aeronoticias considera restaltar que en tanto, un copiloto de Poch en un vuelo de larga duración sostuvo que el represor aludió a la dictadura de Videla y sostuvo que «ellos deberían haber matado a todos» y sus certezas que «debe haber tenido cierta responsabilidad a bordo de un avión militar, ya que cuando uno vuela con personas abordo la responsabilidad es del piloto». Otro testimonio recogido por el juez en la causa da cuenta que Poch confesó que «durante el período de su servicio como piloto del régimen de Videla, él realizó vuelos regulares desde los cuales grupos de personas eran arrojadas de su avión al mar» y que «el objetivo de esos vuelos era matar y deshacerse de los terroristas en la Argentina». «Poch todavía está de acuerdo con las cosas que hizo y cree que hizo lo justo. Nos dio la impresión de que no fue forzado a hacerlo y que puede vivir con eso sin problemas emocionales», dijo el testigo ante el magistrado y el secretario Pablo Yadarola.