(Aeronoticias).- En un artículo de Simon Johnson, acerca de cómo los bancos que originaron la crisis económica financiera durante el 2008 han vuelto a prácticas que ponen el riesgo el sistema económico actual.
Bueno, no es que se les haya detenido precisamente como debiera ser.
Para los bancos -los de alcance internacional con algunos grupos locales-, las reformas que se han hecho han sido suficientes para evitar un segundo colapso en tan poco tiempo. Con niveles de deuda menores a los del 2007, Actividades especulativas con mayores controles en Estados Unidos impedirán una catástrofe.
Pero esa lectura es -para Johnson- errada.
Una segunda lectura a la realidad observa que los bancos más grandes del mundo siguen siendo muy grandes como para controlarlos, y no se regularán porque su existencia ya de por sí les origina beneficios muy grandes, pero con la posibilidad de barrer a las economías. Y son los bancos más grandes del mundo quienes tienen síntomas de mal manejo.
Repasemos. Los bancos vendieron entre ellos «productos» -las hipotecas podrían ser consideradas como tales- con altos niveles de inseguridad en cuanto al pago de lo que se ofrecía, pero tratados como si fueran seguros. Estas hipotecas resultaron impagas porque el público se endeudó, se le permitió endeudarse, y no tomaron los bancos los controles necesarios para evitar control de calidad al momento de otorgar un préstamo.
Así, en miles de casos, cuando la gente no pudo pagar -el valor de las casas ascendió y luego se fueron por los suelos-, se reveló que los paquetes bancarios eran «basura»…
Ni las autoridades encargadas de velar por el correcto funcionamiento de los bancos, ni los propios bancos, detuvieron aquello que estaba construyéndose. O inflándose.
Esto golpeó a los negocios, La gente fue despedida. Las deudas crecieron. Llegaban las órdenes para desahuciar al ciudadano… Mientras los bancos eran rescatados porque se ponía en riesgo miles y miles de negocios…
Cuando Johnson asistió al Comité de Bienvenida del Fondo Monetario Internacional y habló con varios altos funcionarios, les preguntó si había un marco legal internacional para controlar la especulación bancaria.
Entre «no durante nuestra vida» hasta «nunca» fueron oídos por Johnson.
