El único lugar de Europa donde se desmontan y reciclan los enormes jets comerciales que surcaron cielos de todo el mundo está en Francia, en el centro de cuyo territorio se ubica un lugar llamado CHATEAUROUX; allí se desmontan y reciclan aviones, pieza por pieza y que luego se transforman, por ejemplo, en latas de cerveza.
En esa suerte de cementerio de aviones, expertos profesionales se hacen cargo de despedazar gigantescos DC-10 y otros aviones como los 747, que tuvieron su auge en los años 70 y que ahora han plegado sus alas, tras más de 30 años de vida útil, significando más bien una carga pesada para las aerolíneas que fueron sus dueñas
Entre estas aerolíneas figuran las que adquirieron sus aeronaves a la norteamericana Boeing, que tiene una flota de unos 8 mil aviones todavía en capacidad de volar y que, más temprano que tarde, dejarán de remontarse para ir a parar a Chateauroux, esa especie de morgue de aviones donde serán convertidos en cosas útiles en vez de seguir contaminando nuestro ya enfermo planeta.