España: Aena deja en el aire la ampliación de Barajas y El Prat por más de 3 mil millones

0
614

(Aeronoticias).- Aerolíneas como easyJet, IAG o Lufthansa han empezado a retrasar las fechas de recepción de los aviones, cancelar pedidos y acelerar la jubilación de aeronaves para reducir su tamaño y adaptarse a la crisis de la demanda que seguirá a la pandemia del coronavirus.

Y es que el sector aéreo europeo da por hecho que tardará más de un año en recuperar los niveles de actividad previos a la emergencia, mientras que en EEUU se habla de cuatro años.

Ante este panorama de descenso del tráfico que seguirá al largo frenazo de la actividad aérea (los pájaros están empezando a hacer sus nidos en los aviones aparcados), Aena ha decidido paralizar temporalmente obras y poner en cuarentena las grandes inversiones previstas, para adaptarlas a las necesidades de la industria y los ingresos y caja disponible cuando se reactive el sector.

 

“Todo lo que son grandes actuaciones no tiene sentido que se pongan en marcha. Es muy pronto para hacer previsiones y avanzar en proyectos”, explican fuentes cercanas al gestor en referencia a los grandes planes de ampliación de El Prat y Barajas, presupuestados en más de 3.000 millones, y cuya redacción de proyectos ya se ha licitado o incluso adjudicado a distintas empresas.

Por su parte, fuentes oficiales de Aena se han mostrado cautelosas a la hora de replantear los planes:

 

“Es precipitado hablar de alteraciones en los calendarios de proyectos que estaban previstos para el DORA 2. Estas cuestiones se abordarán más adelante, porque en ningún caso están descartadas en este momento. Aena llevará a cabo aquellas actuaciones necesarias para atender las necesidades operativas”.

 

El gestor aeroportuario cerró 2019 con 275,3 millones de viajeros y prevé terminar el año con un fuerte desplome del tráfico, que puede superar el 35%, y tardar al menos dos años en recuperarse, lo que se traducirá en una caída de los ingresos. No en vano, a los casi dos meses y medio que va a pasar en blanco con gran parte de las terminales y las pistas cerradas (las aerolíneas descartan volar en mayo) se suma la débil actividad prevista para el verano, ya que el Ejecutivo plantea una desescalada gradual de las restricciones y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha recomendado no realizar reservas ni planificar las vacaciones.

 

El retroceso en la demanda resta urgencia a la ampliación de los aeropuertos de Madrid y Barcelona, cuyas obras están vinculadas al segundo DORA (2022-2026), en un momento de incertidumbre y de menor fortaleza financiera ya que no está claro que las aerolíneas vayan a poder pagar las obras de ampliación con las tasas que abonan y que por ley no pueden subir.

 

“No tiene sentido que Aena use la caja para poner en marcha unos proyectos que las aerolíneas no van a poder pagar y que no necesita con tanta urgencia y más teniendo en cuenta que terminará el año con posición financiera más débil”, explican fuentes del mercado.

 

Y es que el gestor está destinando la liquidez de 2.425 millones de euros para pagar las nóminas de los trabajadores y demás gastos en un momento en el que no percibe casi ningún ingreso, ya que, a la falta de vuelos, se suma que ha perdonado el pago de los alquileres a tiendas, bares y restaurantes, que los vuelos de emergencia y sanitarios no pagan tasas, que ha aplazado el abono de las tarifas por aparcar y que ha rebajado los alquileres logísticos.

 

El plan de Aena era acelerar la ampliación de Barajas y El Prat porque, con los datos de 2019, ambas infraestructuras estaban cerca de llegar al punto de saturación. El aeropuerto madrileño cerró el pasado ejercicio con 61 millones de pasajeros y tiene capacidad para 70 millones.

 

El objetivo era invertir más de 1.500 millones en ampliar la T4 y T4S y unificar la T1, 2 y 3 entre otros objetivos para aumentar su capacidad hasta los 80 millones. En esta línea, El Prat debía alcanzar una capacidad de 70 millones de pasajeros tras invertir algo menos de 1.500 millones en su ampliación.

 

Fuente: El Economista.

 

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here