Independencia palestina sometida

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(Aeronoticias).- Por: Suhail Hani Daher Akel (*)

La distorsión de la historia dio lugar a los equívocos que facilitaron los complots internacionales y regionales sufridos por décadas por el pueblo palestino hasta perder su tierra como consecuencia de una antijurídica resolución de la ONU que impuso una ilegal partición

El mundo estaba desolado. La segunda Guerra Mundial dejó rasgos imborrables. El fuego del holocausto nazi perforó las conciencias dormidas de Europa donde murieron millones de europeos cristianos, judíos, musulmanes, entre otros millones. Sin embargo, el  despertar de europeo no era justo que emerja a expensa del pueblo palestino.

Fregoteando sus conciencias se convirtieron en coparticipes de la estrategia colonial sionista que encendió la mecha del holocausto palestino y la caída de su patria.

En el múltiplo de las injusticias y hurgueteando las explicaciones que marcó la responsabilidad de la antijurídica resolución 181 de Naciones Unidas en la partición de Palestina -sin el consentimiento de su pueblo- y a solo dos años de ser erigida, dio lugar al establecimiento de un Estado ajeno a la región sobre los restos devastados de ciudades y aldeas palestinas arrasadas por el terrorismo europeo judío-sionista y el recambio de su pueblo originario por otros llegados de remotos lugares del mundo como parte de la mayor injusticia del siglo pasado.

Envueltos en dolor, muerte y exilios, el pueblo palestino no cedió su dignidad. Su organización de lucha proyectó su espíritu de libertad ante un inhumano ocupante israelí. Firmes frente a la adversidad, atesorados con su milenaria presencia y su continuidad desde aquellos cananeos-filisteos (antecesores de los palestinos) fundadores de Jerusalem 3500 años aC. lanzaron su lucha de liberación en tres frentes: el intelectual, el militar y el diplomático con éxitos sin precedentes.

Así como lo hicieron contra la ocupación otomana-turca y británica, en 1987 el pueblo palestino decidió poner fin a la impunidad y a la soberbia de la potencia ocupante israelí lanzando como bola de fuego la Intifada (levantamiento popular) contra la ocupación y la prepotencia. Esta acción nacional permitió que los niños palestinos con su fortaleza levantaran con sus pequeñas manos las piedras contra la poderosa fuerza militar de ocupación que no dudo en asesinarlos, quebrar sus huesos y enterarlos vivos. Sin embargo, no lograron quebrar su voluntad de libertad.

Como resultado de la histórica determinación nacional y popular el Consejo Nacional Palestino (Parlamento en el exilio de la OLP), en su sesión parlamentaria de ‘Jerusalem y los Mártires’, desde Argelia, a la cero hora un minuto del inolvidable 15 de noviembre de 1988, con tenacidad el Presidente Yasser Arafat, proclamó a viva voz la Declaración de Independencia del Estado de Palestina con Jerusalem Capital

Naciones Unidas reconoció la proclamación el 15 de diciembre de 1988 en su resolución 43/177 y centenares de países se sumaron al reconocimiento del anuncio. No obstante, la ONU no reconoció al Estado como miembro de pleno derecho sobre la base de la legitimidad que ya tenía Palestina antes de la ilegal partición en el  artículo 22 de la Sociedad de las Naciones de 1919 y  el Tratado de Laussana de 1923, que reconocían a Palestina entre  las naciones árabes  y su derecho de independencia.

Los tiempos siguen siendo difíciles para el pueblo palestino bajo una permanente ocupación de más de 66 años. Pasaron 26 años de la Declaración de la Independencia y al parecer sigue injustamente mendigando a la comunidad internacional su Estado. Cuando en realidad es la ONU, responsable de la catástrofe sufrida y del robo de la tierra quien la debe reponer a sus legítimos dueños.

En este sentido vale recordar las palabras de quien fue parte de la estrategia sionista a finales del siglo 19 para quedarse desde Europa con Palestina. Arrepentido, el escritor austriaco-judío, Martín Buber, dejó de ser funcional al sionismo y expresó  “…cuán grande fue nuestra responsabilidad en el futuro de esos pobres refugiados árabes en cuyas poblaciones hemos asentado judíos traídos desde bien lejos, hemos heredado sus hogares, ahora sembramos y cosechamos sus campos; recogemos los frutos de sus jardines, huertos y viñedos; y en las ciudades, que les hemos robado, instalamos centros de educación, caridad y culto, mientras parloteamos y deliramos diciendo que somos ‘El Pueblo de la Biblia’ y la ‘Luz de las naciones’”.

 

(*) Fue el primer Representante de la OLP en la Argentina

Fue el primer Embajador del Estado de Palestina en la Argentina

 

Foto: elmegafono

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