(Aeronoticias).- Esta es la historia que nunca tiene un final feliz. Se repite lo mismo cada año, incluso el cálculo del número de víctimas se ha hecho predecible y pese a ello, la comunidad internacional no deja de ser indiferente. Y es que, cuando uno se refiere al tercer mundo, no tiene por qué importarle del todo a las potencias mundiales.
Para ser más explícitos podemos tomar como ejemplo al mortal virus del ébola, una enfermedad que tiene su origen en aquellas tierras áridas de un continente amenazado por un constante olvido e indiferencia, siendo la pobreza el eje de esta condición.
Ahora el desasosiego empieza a invadir las mentes de más de 1 millón de personas en África, saben que perecerán por inanición si no se actúa con rapidez, muchos niños morirán en los brazos de sus madres junto a un llanto desesperado y desgarrador. Y es que, cuando la hambruna golpea no mide consecuencias, no distingue nacionalidad, sexo, religión o color de piel.
La hambruna en África, específicamente el denominado “cuerno africano” proviene de la severa falta de financiación de la ayuda internacional en cuestión de alimentos, además de la desorganizada distribución.
La ayuda humanitaria de muchas instituciones públicas, privadas y religiosas trabaja porque el alcance de recursos llegue a su máxima extensión. Caritas Internationalis, una de las entidades más importantes en el mundo que envía misioneros para laborar en África no logra en algunos casos los objetivos planificados por intervención directa de guerrilleros civiles que embargan la ayuda que se destina o por las mismas condiciones del lugar.
Las constantes sequías devastan campos agrícolas, el ganado y de esta manera, el sustento alimenticio de miles de comunidades africanas.
A ellos, solo les queda desplazarse a los campos de refugiados en zonas determinantes, dicho sea el paso, llegar hasta estos lugares se convierte en desafíos de vida extremos, pues no todos llegan a la meta final y aquellos que llegan, han sufrido cuadros de deshidratación y desnutrición grave.
Ello es como la imagen de un verdadero apocalipsis, donde la apertura del cuarto sello es sinónimo de hambre y dolor recreado por el mismo ser humano que en su racionalismo egocentrista se despreocupa del otro y deja de lado la caridad.
Este es el mundo que construimos a base de indiferencia, intolerancia y desprecio. A veces es de utilidad un remezón moral y reflexivo sobre lo que se hace y no se realiza.
África muere de hambre, las instituciones no dan un completo abastecimiento debido a la improvisación de asistencia alimentaria y sanitaria.
De manera que, es imprescindible desarrollar en los agricultores nuevas técnicas agrícolas sobre todo aquellas que no son costosas y que permiten diversificar la producción con muy poca necesidad de agua.