Actualmente, en Cuba reciben ese beneficio 400 consultorios médicos, 2.364 escuelas primarias y 1.860 salas de televisión pública ubicadas en lugares intrincados de la isla. En Cuba, la radiación solar está presente casi todo el año y los expertos calculan que en la isla se recibe el equivalente a 0,5 kilowatt por hora por cada metro cuadrado. Por ello, se considera «casi un crimen» desaprovechar la ardorosa canícula caribeña.
Además del ahorro de petróleo que representa, la energía solar permite llevar la electricidad a lugares inaccesibles y, con paneles conectados a la red, complementar el sistema energético nacional en horas de mayor demanda. Como parte de un programa gubernamental de mejoramiento de la calidad de vida de la población, se emplean esos paneles en 200 casas de los municipios de Yateras y San Antonio del Sur, en la provincia de Guantánamo, en el extremo oriental del país.
La aplicación de alternativas energéticas es una tendencia mundial a la que Cuba no escapa aunque se incorpora con relativa lentitud, pues esos trabajos requieren de una cuantiosa inversión inicial. No obstante, expertos como Emir Madruga, gerente de la empresa Ecosol, encargada de desarrollar la aplicación de la energía solar, consideran que esos sistemas deben funcionar en la isla con una alta eficiencia por la mayor cantidad de radiación solar que recibe el país.
Una novedosa experiencia, fruto de la cooperación internacional, se logró en el Valle de Viñales, de la occidental provincia de Pinar del Río, donde a 53 familias se les instalaron módulos energéticos donados por la corporación petrolera francesa Total y apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Cada módulo tiene cuatro paneles solares, cuatro baterías de seis voltios y un convertidor de 12 a 110 voltios, que permiten alimentar al mismo tiempo un televisor, una radio-grabadora y cinco bombillas.
Todo se desencadenó cuando el representante de Total en Cuba, Jean Paul Robles, cenaba con campesinos en Viñales y al llegar la noche se alumbraron con velas. Robles consideró entonces que el faltante podría cubrirse con un módulo de energía solar.
La compañía francesa, cuarta a nivel mundial en el sector de hidrocarburos, donó los módulos – que tienen un precio de 43.500 euros (70.000 dólares) cada uno – y la transportación hasta La Habana corrió a cargo del PNUD, que desembolsó 24.769 euros (34.000 dólares). Transformar en energía el ardiente sol cubano es, sin dudas, una buena alternativa y un camino que apenas comienza a ser explorado pero que reserva un prometedor final.