Un mundo feliz (o la nación religiosa que no enseña religión en cuatro paredes)

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(Aeronoticias).- Las enseñanzas traídas de Paco Nadal desde la montañosa Bután -una nación muy pequeña, fervorosos en sus creencias- tienen más de un quebradero de cabeza a la realidad de muchos países: la religión no se enseña en una escuela.

¿Ateos? No, si ya mencioné que son religiosos. Pero no la enseñan en la escuela. Se vive.

«La religión es algo que se vive en el entorno familiar, yo soy el ejemplo y el maestro para mis hijos. Si vivo conforme a lo que el budismo me ha enseñado, mi hijo aprenderá a ser un buen budista. No necesito que se lo enseñen en el colegio», explica el ciudadano de Bután al viajero de El País.

Para no tomar las referencias pedagógicas de España a esta nota, recuerdo que nuestro país, Perú, está demasiado ligado a la religión católica como para pensar siquiera en omitir el curso de religión como acto obligatorio en la escuela nacional.

Algo de esquizofrenia: No aplicas lo aprendido en la realidad.

Pero, como sigue Nadal en sus evocaciones butanesas: «¿Temerán que el club se les quede vacío si no imponen la permanencia? ¿No sería más lógico que las familias cristianas enseñaran a sus hijos mediante los hechos y el ejemplo en casa y en los templos a vivir acorde a su religión y que no fuera la Administración Pública (que es de todos ) la que se encargarse de enseñarles lo que los progenitores no hacen en el hogar?»

Siguiendo con las diferencias: Ellos consideran la existencia de ríos macho y ríos hembra, diferenciados en la violencia o no de sus cauces. La violencia marca dicha «sexualidad» hacia lo masculino.

Su «variada» gastronomía les permite comer verduras, pollo, arroz y ají. Desayuno… almuerzo… cena… ¿lonche?

La economía está diseñada a la subsistencia, no a la producción en masa.

Con información de El País y la fotografía de Paco Nadal.

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