Esta descripción está alejada de la imagen de un hombre esquelético y enfermizo que dieron algunos medios tras la muerte del cantante por una sobredosis a los 50 años de edad. Pese a su buen estado de salud general, Jackson tenía los brazos cubiertos de pinchazos, el rostro y cuello llenos de cicatrices, y las cejas y labios tatuados.
El pasado agosto la investigación forense concluyó que el fallecimiento del «rey del pop» se trató de un homicidio mediante una «intoxicación aguda» ocasionada por el anestésico propofol y el sedante lorazepan. Las drogas fueron suministradas al cantante por su médico personal Conrad Murray.
En base a los detalles de la autopsia que ha hecho públicos AP, el doctor Zeev Kain, de la Universidad de California, le aseguró a la agencia de noticias que la salud general del artista «era buena». «Los resultados están dentro de los límites normales», aseguró el facultativo. El documento revela que el cantante había perdido el pelo en la parte frontal de cráneo y tenía un tatuaje oscuro en la cabeza.
El informe también señala que Jackson sufría despigmentación de la piel en la cara, pecho, abdomen y brazos. La autopsia completa todavía debe hacerse pública de manera oficial.
Hace tres meses, cuando un diario publicó supuestos detalles de la autopsia de Jackson, las autoridades negaron que fueran ciertos. La BBC señala que ahora la investigación se centra en el doctor personal de Jackson, quien suministró los medicamentos al artista la mañana del día de su muerte.