Boris Gómez felicitó la actitud asumida por la gente de la ciudad Imperial, que no respaldó a los manifestantes que llegaron desde Canchis en una movilización y amenazaron con poner en peligro el Inti Raymi.
Dijo que las acciones de violencia en Cusco no se entienden necesariamente en pérdidas económicas, sino en una tema de imagen frente a casos de turistas perjudicados.
La explanada del templo y fortaleza de Sacsayhuaman fue, una vez más, el escenario de la ceremonia central o evento principal de la escenificación del Inti Raymi o Fiesta del Sol de los Incas.
A las 2 de la tarde, el Inca emperador, acompañado de su séquito se hizo presente en la muralla principal de este imponente sitio arqueológico. Desde ahí, el monarca, interpretado por Alfredo Inca-Roca Concha, descendiente de la nobleza incaica, vio la llegada de las delegaciones de los cuatro suyos o regiones en las que se dividía el estado inca, los cuales representan los puntos cardinales (Chinchaysuyo para el norte, Contisuyo para el oeste, Antisuyo para el este y Collasuyo para el sur).
Luego, el Inca fue llevado en su litera hasta el altar central donde dirigió los ritos de veneración en honor al sol, junto a Willac Huma o sumo sacerdote del culto solar y a los principales miembros de su corte.
La ceremonia central empezó con el informe y entrega de ofrendas por parte de los representantes de los cuatro suyos, luego se llevó a cabo el rito de la chicha, bebida inca a base de jora de maíz, que consistió en el saludo o brindis con el sol y los apus, montañas sagradas de la zona.
Terminada esta parte, se realizó el rito del fuego sagrado, que trata en encender hogueras con el fuego sagrado, luego se realizó el sacrificio de una llama y la adivinación de augurios.
Al final, se dio el último mensaje del Inca y el rito del Sankhu, comestible preparado a base de maíz blanco que fue compartido entre los miembros de la corte incaica y los nobles de las 4 regiones del imperio.
La escenificación de la Fiesta del Sol fue reinstaurada en el año de 1944, luego de más de 300 años de haber sido prohibida por la denominada extirpación de idolatrías, con la finalidad de revalorar la cultura incaica y crear identidad en la población cusqueña.