Probablemente, envalentonado por el respaldo unánime que recibió en el encuentro, antes que anunciar el restablecimiento cordial de las relaciones diplomáticas, Foxley prefirió recalcarle a los parlamentarios Chilenos que “No hay que perder de vista que Perú, mantiene un litigio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en contra de Chile”.
“Marzo, es el mes en que le corresponde a Lima presentar la memoria, cuyos contenidos pueden enrarecer más las relaciones bilaterales”. Esta amenaza velada es entendible, – si se tiene en cuenta que-, escudándose en un falso anti-chilenismo del gobierno de Alan García, Foxley indicó que “las razones para la firme postura chilena”, durante el impase obedecieron a la ofensa intolerable que les causo las “declaraciones” del alto mando militar peruano y la condescendiente actitud con la que el Ejecutivo Peruano trato el tema.
Según la prensa del país del sur, -basándose en trascendidos legislativos- sus cuestionamientos estuvieron dirigidos a García Pérez, por la actitud legislativa de no tolerar “órdenes de un canciller extranjero”.
Tenemos la fuerte convicción, de que “discreción” es lo que primordialmente necesita en este momento, un dirigente político como el Canciller Foxley, para así evitar excesos, que –como ya hemos visto- están totalmente fuera de lugar, en razón a relaciones bilaterales de dos países que deberían evitar perder el tiempo en cuestiones –y/o declaraciones- irrelevantes como estas, que lo único que hacen es mermar y alterar la paz y tranquilidad consular.