Tras señalar que España es el quinto país del mundo en número de de tecnologías ambientales -detrás de Japón, Alemania, Reino Unido y EEUU-, Garmendia ha parafraseado al ex presidente Felipe González, que comparaba la actual crisis con el crack financiero de 1929 y resaltaba la reactivación económica que supuso la II Guerra Mundial.
En la apertura de un congreso sobre sistemas agroforestales como sumidores de gases de efecto invernadero, la ministra ha planteado que para salir de la crisis se lance una «lucha pacífica, declarando una guerra mundial contra el cambio climático y a favor de un modelo económico y energético sostenible».
«En esta batalla, en la que la ciencia y la tecnología serán las principales armas, todo indica que China y EEUU se están preparando», ha añadido Garmendia, acompañada por la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Alicia Montalvo, y el director del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias, Manuel Núñez, entre otros.
En este contexto, ha defendido la necesidad de aprovechar los efectos económicos que pueda activar esta «guerra pacífica, que el mundo tendrá que declarar», así como la urgencia de que el sector científico se implique más en solucionar los retos actuales, una «actitud que aún no está generalizada en el sistema científico».
Por su parte, Alicia Montalvo ha explicado a Efe que la próxima cumbre de Cambio Climático en Cancún, prevista para finales de 2010, es «clave» para alcanzar objetivos concretos: «no es una reunión de transición, aunque llegar a un acuerdo jurídicamente vinculante (que sustituya al vigente de Kioto) tomará más tiempo».
«En Cancún podrían sentarse las bases preliminares para cerrar» el acuerdo, que debe entrar en vigor el 1 de enero de 2013, ha añadido la directora de la Oficina Española de Cambio Climático.
Pese a que en los últimos tiempos «hemos visto a EEUU y China muy comprometidos, estos dos países están en un momento en el que sus procesos de decisión internos probablemente obliguen a demorar el calendario».
Sobre el papel de los sistemas agroforestales en la mitigación del efecto invernadero, Montalvo ha explicado que es uno de los sectores con más potencial y uno de los que más recursos van a recibir (el compromiso político son 10.000 millones de dólares/año entre 2010 y 2013).
Del montante global, España desembolsará 375 millones en los próximos tres años, de los cuales alrededor de un 20 por ciento se destinará a proyectos relativos a sumideros en países en desarrollo.
A su juicio, la gestión forestal tiene un amplio alcance político e importantes implicaciones en los modos de producción de los países en vías de desarrollo y, al mismo tiempo, se calcula que contribuye en un 20 por ciento a las emisiones de efecto invernadero.
«Si somos capaces de reducir la deforestación y actuar -ha dicho- tendremos ganancias muy importantes en el ámbito de la reducción» de gases contaminantes.
El Protocolo de Kioto implica para España que el promedio de las emisiones en 2008-2012 no puede superar en más del 15 por ciento las del año 1990.
Para cumplir este acuerdo, el Gobierno español prevé un aumento de emisiones del 37 por ciento, de forma que los 22 puntos por encima del 15 por ciento permitido serían adquiridos mediante la mejora de la gestión de los sumideros forestales y la compra de derechos de emisión a través de los mecanismos de desarrollo limpio.
De esos 22 puntos, dos puntos corresponderían a los sumideros forestales, ha indicado Montalvo.
Por último, el director del Centro de Investigación Forestal del INIA, Alejandro López de Roma, ha destacado a Efe la alta capacidad de absorción de gases de efecto invernadero de los bosques, que en España ocupan 23 millones de hectáreas, una de las cifras más elevadas de la Unión Europea.
Durante la reunión internacional de expertos que sobre este tema se celebrará en el INIA hasta el 17 de junio, los participantes harán una puesta en común sobre el modo de valorar los balances de carbono y qué medidas y políticas son las más eficaces para reducir las emisiones.
Aeronoticias se suma a este planteamiento internacional que nos permita garantizar un planeta habitable para los miles de millones de seres, que serán los herederos en los próximos mil años, de un ecosistema, que hoy está amenazado por el efecto invernadero y otros peligros que la sociedad internacional tiene que enfrentar con responsabilidad.