(Aeronoticias).- Científicos de la Antártida lograron captar la presencia de dos neutrinos que, por su energía, podrían provenir de alguna galaxia muy, muy lejana.
¿No se entendió? Iniciemos.
Los neutrinos son partículas subatómicas. No interactuan mucho con la materia, de tal forma que es como si casi todo el universo fuera un colador gigantesco. Explosiones de estrellas de neutrón, la energía liberada del sol, agujeros negros, y otras fuentes cósmicas, son capaces de generarla.
Y cada neutrino es único, de acuerdo a la energía que la liberó.
Pero ser tan escurridizos -actualmente miles de millones están atravesando tu cuerpo mientras lees esto, pero no temas, no te dañarán-, no les hace imposible de estudiarlas. Son sensibles a los núcleos del cloro, de tal manera que al contacto lo transmuta en núcleo de argón -y así se manifiesta la existencia del neutrino-.
Los detectores de la Antártida son algo distintos. Usan núcleos de hielo para generar una explosión de fotones al contacto con los neutrinos. El fenómeno es, por parentesco, cercano a una explosión sónica, pero el resultado en los neutrinos es una explosión de luz. Y es que los neutrinos son más rápidos en la materia que en el vacío -el espacio-, a diferencia de la luz, que es más rápida en el vacío que en la materia.
Casualmente estos detectores del Polo Norte hallaron, entre tantas detecciones de neutrinos provenientes del sol, dichas partículas subatómicas con una energía sobre los mil billones de veces superior a la energía visible de un fotón de luz.
¿Cuáles son las candidatas a generadoras de estos dos neutrinos hallados? Primero recordemos que el sol las genera, pero no irradian tanta energía. Por su potencia, agujeros negros supermasivos y brotes de rayos gamma, que ninguno de éstos ocurren cerca de la Vía Láctea. Sobre los brotes de rayos gamma, son los fenómenos más cercanos al Big Bang en virulencia.
Con información de Slate, de Phil Plait. Traducción libre de Jair Emeterio.
