Ser vegetariano/vegano es una experiencia fascinante

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(Aeronoticias).- Vivo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Argentina. Como algunos lectores sabrán, la Argentina es un país que se caracteriza por tener entre sus comidas a la carne como uno de los ingredientes principales. En este lugar, hace ya varios años, hice un cambio radical en mi vida: comencé a cambiar mi forma de alimentación. Dejé de consumir una importante cantidad de productos de origen animal, aunque seguí consumiendo lácteos y miel. Me convertí así en una persona lacto-vegetariana desde el punto de vista alimentario. A los pocos años abandoné el consumo de leche y sus derivados y el consumo de miel.

Había pasado a ser vegana.

Y aquí comienza una aventura interesante.

Postal de una vegana en Buenos Aires

Salgo de compras o a hacer un trámite. Cuando termino, camino unas cuadras y disfruto de la hermosa vista de los edificios y plazas de la ciudad donde vivo. Justo en una esquina hay un bello lugar con un sitio para tomar el té. Las bandejas donde se exhiben los productos dulces para elegir son un llamado irresistible. Ingreso al lugar, que es muy confortable, y un camarero o camarera se acerca amablemente a atenderme. Cuando viene a tomar mi pedido, comienzan las preguntas y explicaciones. Pausadamente digo:

-Soy vegana.

En ese momento, el rostro de la persona que me atiende se convierte en un signo de interrogación.

-Vega ¿qué?

-Vegana, no consumo alimentos de origen animal, incluyendo lácteos, huevos y  miel. Por favor, ¿podría informarme si algunas de las tortas que sirven contienen en su preparación huevos, leche y/o miel?

La respuesta surge espontáneamente.

-Supongo que sí. En realidad, no conozco otra forma de hacer una torta.

Entonces, después de algunas explicaciones, con cierta resignación acepto que me sirvan solamente el té. Mientras, saco de mi cartera el paquete de galletitas veganas que siempre llevo conmigo, porque casi siempre termino usándolo.

Todos aquellos que también hayan elegido este camino, que atañe a la forma de pensar, sentir y alimentarse, seguramente puedan contar muchas anécdotas como ésta. Por eso estimo necesario informar acerca del significado y del origen de las palabras que se refieren a nuestra práctica, y que en algunos casos causan tanta perplejidad.

Un poco de historia

Vegetarianismo

Las palabras «vegetariano» y «vegetarianismo» aparecieron con la primera asociación vegetariana del mundo, que fue la Vegetarian Society, fundada el 30 de septiembre de 1842 en Manchester, Inglaterra. Antes de esa fecha, esas palabras no aparecen en ningún escrito y a falta de ellas se habla de «dieta vegetal» o de «dieta pitagórica», debido a que los seguidores de Pitágoras seguían dietas vegetarianas. A medida que la forma de alimentación vegetariana fue extendiéndose con ese nombre, se hizo necesario también definir los distintos tipos de práctica que englobaba esta única categoría. Así, se diferenció, por un lado, a aquellas personas lacto-vegetarianas, que son los vegetarianos que no consumen carnes o huevos pero sí productos lácteos y, por otro lado, a los ovo-lacto-vegetarianos, que consumen huevos y productos lácteos, pero no carne ni peces. Esta última es la variación más común en la cultura occidental.

Veganismo

Donald Watson inventó la palabra «vegano» con su esposa Dorothy. Él fue el fundador de la Sociedad Vegana (Vegan Society) en 1944. Donald era carpintero y profesor de carpintería. Narra en una entrevista que cuando era pequeño sus padres lo llevaban a la granja de su tío de paseo. A Donald le encantaba mirar los animales y observar el campo. En una de esas oportunidades, cuando aún era un niño, escuchó los gritos de un animalito que estaba siendo sacrificado para preparar el almuerzo. Fue tal el impacto que causó en sus sentimientos, que se prometió a sí mismo no volver a comer carne. Y, aunque con dificultades, lo logró. Fue vegetariano por más de 80 años y vegano por 60 años.

Veganismo: no sólo una forma de alimentarse

Es importante aclarar que el veganismo es la práctica o estilo de vida que no sólo se abstiene de consumir productos de origen animal, sino que es también una actitud ética hacia la existencia de todos los seres sensibles. El veganismo es una forma de vida que excluye todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales. ¿De qué modo evitamos desde el veganismo la explotación y la crueldad que sufren los animales? Los veganos no usamos vestimenta, calzado (dentro de lo posible) o accesorios que hayan sido fabricados con productos de origen animal (lanas, cueros, pieles, sedas, etc.). Rechazamos los espectáculos en los que se usan animales (circo, corrida de toros, rodeo, parque acuático, cinematografía donde se trata a los animales como un objeto para la distracción humana, etc.). Evitamos el uso de productos elaborados mediante experimentación animal (determinados cosméticos, medicamentos, comestibles altamente procesados, etc.). También rechazamos la compraventa de animales, pues no creemos que estos tengan un estatus de propiedad. Dicho sentido de propiedad y explotación es usualmente comparado con el esclavismo en sociedades primitivas. La compra de un animal para salvarle la vida tiene poca efectividad, pues se enriquece a quienes explotan animales y el animal salvado es sustituido por otro (que reinicia el ciclo de compraventa). En cuanto a animales de compañía, los veganos promueven la «adopción responsable» y al humano no se le llama «dueño» sino compañero.  Además, se busca promover el desarrollo y la utilización de alternativas que estén libres del uso de animales.

Es importante resaltar que el no consumo de productos de origen animal tiene consecuencias que se relacionan con el cuidado del suelo y de la atmósfera. Es una de las puntas del ovillo que hay que desenredar para comprender con claridad muchos de los dramáticos problemas que vive actualmente nuestro planeta, nuestro único hogar y las personas que vivimos sobre él.

A modo de cierre

Que quede claro que esta posición frente a la vida no debe convertirse en fanatismo que derive en intolerancia y falta de respeto a los que piensan y actúan de manera diferente. De hecho, dos de mis mejores y más queridas amigas no son veganas ni vegetarianas. La manera de experimentar esta práctica tiene, tal vez, mayor proximidad con el siguiente pensamiento del Dr. Gabriel Cousens que, aunque referido a la comida, puede ser un buen resumen de la forma de vivir buscada por quienes transitamos este camino: “La comida es un mensaje de amor de Dios. Sus cartas son escritas por los rayos del sol. Y éste dice: te amo y te cuidaré y mantendré a través de las ofrendas de la tierra”. Considero que tomar los alimentos con una oración o con energía de gratitud y respeto por la fuerza de la vida que la Naturaleza les da hará que los alimentos lleven en su interior el amor de esta plegaria. A partir de esta disposición hacia el entorno, podremos obtener magníficas consecuencias en todos los aspectos de nuestra vida.


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