Haití: Fosas comunes reciben a decenas de miles de muertos

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Las cuadrillas de rescate excavaban fosas colectivas en una colina al norte de la capital haitiana con topadoras para enterrar a 10.000 víctimas del terremoto, mientras los socorristas advirtieron que la gente aún está muriendo a consecuencia de sus heridas. Las clínicas médicas tienen listas de espera de 12 días, muchos heridos padecen infecciones por la falta de tratamiento y los campamentos improvisados que alojan a miles de sobrevivientes podrían ser caldo de cultivo para la propagación de enfermedades, dicen los expertos. «El próximo riesgo para la salud podría incluir brotes de diarrea, infecciones de las vías respiratorias y otras enfermedades entre cientos de miles de haitianos que viven en campamentos atestados con poca o ninguna higiene», dijo el doctor Greg Elder, vicedirector de operaciones de Médicos sin Fronteras en Haití.
La cifra de muertos se calcula en 200.000, según cifras del gobierno haitiano difundidas por la Comisión Europea, de los cuales 80.000 han sido enterrados en fosas colectivas. La comisión calcula que hay dos millones de desamparados y dice que 250.000 necesitan ayuda urgente.
Obtener ayuda sigue siendo un desafío. El general Douglas Fraser, director del Comando Estadounidense del Sur a cargo de la operación interina de los aeropuertos de Haití, dijo el jueves que 1.400 vuelos están en una lista de espera de turno de despegue en el aeropuerto de Puerto Príncipe, el cual puede manejar de 120 a 140 vuelos diarios.
Al menos 50 réplicas de consideración han sacudido la ciudad, provocando que los nerviosos haitianos salgan a las calles y que muchos de ellos duerman al aire libre. Un sismo de 4,9 grados de magnitud el jueves hizo que los rescatistas abandonaran brevemente sus labores en los edificios en ruinas, aunque no hubo reportes de fallecimientos ni de nuevos daños.
El día anterior un sismo de 5,9 grados provocó la caída de algunas estructuras. En el erial escasamente poblado de Titanyen, al norte de Puerto Príncipe, los enterradores dijeron el miércoles que la tarea macabra de manipular la llegada incesante de cadáveres era traumatizante. «He visto tantos niños… De noche no puedo dormir y, si lo hago, es una pesadilla constante», admitió Foultone Fequiert, de 38 años, que se cubría el rostro con una camiseta debido al hedor de los cuerpos en descomposición. Los muertos sobresalían de las tumbas colectivas: pilas de miembros de hombres, mujeres y niños. «Ayer solamente recibí 10.000 cadáveres», dijo Fequiert.
Los trabajadores dicen que no tienen tiempo para dar entierros religiosos ni seguir los consejos de la comunidad internacional de que se entierren los cadáveres en tumbas poco profundas de las que sus familiares puedan extraerlos en el futuro.
«Nos limitamos a arrojarlos y a cubrirlos», dijo Luckner Clerzier, que orientaba a los camiones a dirigirse a otro sitio donde dejar su carga.
Un reportero de The Associated Press contó 15 montículos funerarios en el lugar donde estaba Clerzier, cada uno de ellos con fosas de ocho metros (25 pies) de profundidad y una altura de 4,5 metros (15 pies). En la fosa colectiva mayor, donde trabajaba Fequiert, tres topadoras abrían largas fosas a la espera de más cadáveres. Más de ocho días después del devastador terremoto de 7 grados de magnitud, los rescatistas seguían buscando hasta la noche en busca de sobrevivientes con perros entrenados y equipos con sonar. Una cuadrilla de rescate del condado de Los Angeles envió a tres perros por separado en una esquina de Petionville, un suburbio de Puerto Príncipe. Cada uno de los animales olfateó a personas con vida en un sitio.
Los trabajadores llegaron al lugar cubierto de escombros y gritaron una frase en creole que han aprendido: «Si me oyes, golpea tres veces». No oyeron ninguna respuesta pero prometieron continuar. Se informó de un rescate. El Cuerpo Médico Internacional dijo que estaba atendiendo a un niño hallado entre las ruinas el miércoles. El tío del pequeño dijo a los médicos y una enfermera con la organización con sede en Los Angeles que sus familiares extrajeron al pequeño de 5 años de entre los restos de su casa después de una búsqueda de una semana, dijo Margeret Aguirre, una portavoz del CMI en Haití.
Una agencia de adopción holandesa dijo el jueves que un vuelo con 106 niños adoptados viajaba a Holanda desde Puerto Príncipe. Los niños a bordo estaban todos en proceso de adopción y ya tenían asignadas familias holandesas antes del terremoto. En el hospital Mission Baptiste al sur de Puerto Príncipe, los pacientes aguardaban en bancas o camas portátiles mientras los médicos y enfermeras se apresuraban a atenderlos con radiografías en sus manos.
Aeronoticias considera resaltar que la 82da División Aerotransportada del ejército de Estados Unidos le acababa de entregar al hospital suministros que éste necesitaba con urgencia, pero su director John Angus dijo que no había sido suficiente. Solicitó más médicos, escayolas y placas de metal para reparar miembros rotos. Las fuerzas de paz de las Naciones Unidas y las tropas estadounidenses han estado ayudando a mantener el orden a la hora de entregar los suministros y en las clínicas en la atribulada ciudad, que el jueves parecía relativamente en calma, incluso cuando continuaban algunos saqueos en el centro.
La policía permanecía a la expectativa mientras la gente se llevaba alimentos y teléfonos celulares de tiendas destrozadas. Los agentes justificaron su actitud bajo el argumento de que tratan de salvar tiendas que no han sufrido daños. «No es fácil, pero tratamos de proteger lo que podemos», dijo el agente Belimaire Laneau. Jóvenes armados con machetes disputaban con otros por paquetes de pañales para bebé cerca de un cadáver de una mujer joven baleada en la cabeza. Los testigos dijeron que la policía le había disparado, pero los agentes en el lugar negaron esa versión.

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