‘Los mayores desafíos al bosque no provienen del ámbito forestal, sino de fuera de él’

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Son los pulmones del planeta y el hogar de los ecosistemas más ricos y diversos. Pero siguen amenazados. Sobre los bosques tropicales hablamos con Eduardo Rojas, subdirector general del Departamento Forestal de la FAO.

En Brazzaville, República del Congo, se celebra del 31 de mayo al 3 de junio de 2011 una importante cumbre que pasa para muchos inadvertida. En ella se reúnen representantes de las tres principales cuencas de bosques tropicales del mundo: la del Amazonas, la del Congo y la de Asia sudoriental. El objetivo es mejorar la colaboración con el fin de frenar la imparable deforestación y establecer políticas comunes e integrales que ayuden a superar las todavía grandes dificultades.

Sobre los problemas aún existentes en este ámbito y acerca de los avances ya realizados ha publicado recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO por sus siglas en inglés, un informe. El subdirector general de su Departamento Forestal, Eduardo Rojas, nos habla de las conclusiones sacadas.

El tema de la deforestación no es nuevo y en todos los años en los que se lleva discutiendo parece siempre igual de trágico, ¿han observado ustedes avances?

Sí, observamos algunas mejoras, aunque todavía modestas, sobre todo en la región del sudeste asiático. En las cuencas del Congo y del Amazonas, sin embargo, los avances que aparecen reflejados en nuestro informe son todavía incipientes, pero hay que decir que, desde el cierre de nuestra estadística forestal hace tres años, Brasil nos está proporcionando información que confirmaría una reducción más sustantiva de la deforestación en esta región. Esa información, no obstante, es todavía preliminar.

El en sudeste asiático se están logrando avances en la lucha contra la deforestación.

¿A qué se deben los resultados positivos?

En general, los países que están obteniendo mejores resultados son aquellos que han abordado una ordenación del uso de la tierra más razonable y en los que se ha confinado ciertos usos destructivos, como pueda ser la agricultura o la ganadería extensiva o los usos bioenergéticos, a terrenos ya degradados hace tiempo, en vez de ir avanzando en la frontera del bosque tropical, que tiene demasiado valor como para servir a otros fines.

¿Y a qué se debe el que todavía no se haya logrado avanzar más, y el que su estudio siga hablando de la pérdida de bosque forestal como una “seria preocupación”?

En el caso africano, la razón es principalmente que los niveles de desarrollo todavía son muy débiles, son países relativamente inestables, con gobiernos inestables, muchos en conflicto. Y es que los mayores retos y los desafíos más críticos al mantenimiento de las superficies de bosque no provienen del ámbito forestal, sino de fuera de él.

En el caso del Amazonas, el problema se debe más a la instauración de una agricultura industrial, sobre todo en Brasil, donde también afectan temas como la minería y las infraestructuras, que han hecho que se destine a otros usos la tierra forestal. En la cuenca alta del Amazonas, que ya no es Brasil, encontramos una agricultura de pequeña escala, que también es deforestante. Todo esto está siendo complicado de controlar y dificultando el establecimiento de una ordenación más estricta que proteja los bosques.

La deforestación sigue presentando tasas alarmantes, escribe la FAO.

También indica su informe lo importante que es, económicamente hablando, la madera y la explotación de los bosques para muchas comunidades, y lo poco extendido que está el desarrollo sostenible. ¿Es posible el equilibrio entre la protección y necesidades de la población?

La tala de árboles no tiene porqué llevar directamente a la deforestación. La madera, la biomasa, pueden utilizarse, el problema es cuando la superficie de tierra se destina para otros usos, como el agrícola. En la cuenca del Amazonas, por ejemplo, la presión humana no es un factor crítico, como sí sucede en el sudeste asiático: la cuenca del Amazonas es la zona menos poblada y a la vez donde la deforestación está siendo más difícil de reducir. En la tres Guayanas la situación es relativamente favorable, pero en el resto de los países de la zona la deforestación está entre el 0,5 y 1 por ciento anual, que es un ritmo realmente alto.

Antes mencionaba usted los “usos bioenergéticos” como una forma de utilización destructiva, ¿qué papel juega en la degradación forestal en el Amazonas el cultivo de vegetales para biocarburantes?

Es uno de los factores de la deforestación. Pero, según nuestras estadísticas, el cultivo tradicional y el uso ganadero son aún más destructivos.

Los convenios internacionales existen, pero no son la panacea para el problema. Ahora hay muchas esperanzas puestas en REDD, el acuerdo para la Reducción de las Emisiones procedentes de la Deforestación y la Degradación, ¿qué experiencia están teniendo en la FAO con este tratado?

Primero, los convenios internacionales están ahí, pero se tienen que implementar. El mecanismo REDD se aprobó en Cancún en diciembre del año pasado y se encuentra aún en su fase preliminar. La idea es compensar a los países en vías de desarrollo por el mantenimiento de sus stocks de carbono, es decir, sus bosques, y a ser posible no sólo frenar la deforestación sino recuperar superficie forestal. REDD es además importante porque pone recursos a disposición de los Estados para reutilizar las zonas degradadas que han quedado sin uso y que son muy extensas en muchas de estas regiones.

La mayor pérdida de bosque primario se dan en la cuenca del Amazonas, el mayor ritmo de pérdida, en porcentaje, en la del Congo.

¿Qué deben hacer en lo sucesivo las tres cuencas de bosques tropicales del mundo?

Básicamente, reforzar el camino que se ha comenzado. Ya decía antes que en el caso de Brasil la información preliminar que nos llega desde hace tres años es bastante diferente, se han aprobado leyes importantes con respecto, por ejemplo, a la gestión del patrimonio forestal público, al mayor reconocimiento de las poblaciones indígenas, a una mayor ordenación del territorio: esto que se ha iniciado de una forma tímida hay que reforzarlo en todo su espectro.

También es importante ir superando situaciones de conflicto. Los conflictos, pensemos por ejemplo en Colombia, provocan incendios, dificultan la gobernabilidad, favorecen los cultivos ilegales, como los de droga, que han hecho mucho daño en las zonas de montaña, donde los bosques todavía son más relevantes de cara a la protección del suelo.

Todo lo que contribuya a mejorar la gobernabilidad, a un crecimiento económico y social inclusivo, a aumentar los niveles culturales, a mejorar las estructuras… va a permitir que la presión sobre el bosque se reduzca.

Autora: Luna Bolívar Manaut / Editora: Emilia Rojas / Fuente: DPA

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